Airbnb y las fiestas en casa
Peter Van Doren, Jeffrey A. Miron y Pedro Braga Soares discuten qué procede en aquellos casos difíciles en los que la bulla y la congestión, producto en parte de los alquileres de corto plazo, generan molestias a los vecinos dentro de un barrio.
Por Peter Van Doren, Jeffrey A. Miron, y Pedro Braga Soares
Conforme los viajes domésticos se recuperan de las restricciones por el COVID-19, las iniciativas para controlar los alquileres a corto plazo han estado saltando alrededor de las ciudades en EE.UU. Las propuestas ofrecen diferentes razonamientos para justificar las restricciones. Algunas son claramente malas, como la de proteger a la industria hotelera de la competencia al estilo Airbnb o aumentar la disponibilidad de unidades de alquileres a largo plazo en lugar de las unidades a corto plazo. Pero otras son discutibles incluso para los libertarios, porque estas tienen que ver con externalidades a nivel local —como la bulla y la congestión.
Para empezar, vale la pena explicar por qué proteger a los hoteles locales, o tratar de reducir los alquileres a corto plazo forzando a los dueños a apartarse de los alquileres a corto plazo, no son justificaciones creíbles de la intervención estatal. Ambas son transferencias (torpemente dirigidas) desde los dueños e inquilinos a corto plazo hacia los hoteles e inquilinos permanentes. La evidencia estadounidense también sugiere que los aumentos de alquileres derivados de Airbnb son pequeños. Además, son ineficientes —como suelen ser las transferencias. Algunos inquilinos a corto plazo puede que no estén dispuestos a sustituir sus alquileres con hoteles y se rindan, y los dueños puede que dejen de alquilar si los alquileres de corto plazo son restringidos.
La bulla y la congestión son distintos. Un vecino que tiene una fiesta al lado de su casa podría imponer un costo que supera los beneficios que ella obtiene de su fiesta. En circunstancias que involucran a pocas personas, todos podrían juntarse y encontrar una solución: usted paga a su vecino para ahorrarse el problema de tener una fiesta al lado. Pero en muchos casos, esta solución no es posible. Lograr que todos los afectados lleguen a un acuerdo podría consumir demasiado tiempo y ser sumamente costoso—considere una gran fiesta que molesta a cientos de vecinos.
Entonces, ¿significa esto que los gobiernos (locales) deberían intervenir y restringir los alquileres de corte plazo para evitar los fastidios en los barrios? Probablemente no. Primero, los alquileres de corto plazo son en el mejor de los casos un conducto hacia estas externalidades. No todos los inquilinos de corto plazo hacen fiestas o conducen autos. Cuando sea posible, es mejor abordar las externalidades en la fuente. Si la bulla causa molestias, las normas de la ciudad podrían multar la bulla directamente.
Segundo, las molestias no son por sí solas algo malo. Dicho de manera sencilla, una fiesta podría valer la pena. Una prohibición total o una restricción podría prevenir que los asistentes a la fiesta disfruten de ella cuando los beneficios de la misma exceden los costos para los vecinos. Si fuese establecida, la regulación debería tratar de imitar en la mayor medida posible un acuerdo entre las partes: cobrarle a los individuos por las externalidades negativas que causan y obtener este dinero de vuelta a las personas afectadas —quizás devolviendo el ingreso por las multas en la forma de un crédito tributario para los barrios. Esto último es importante por razones políticas: no solo las personas deberían ser compensadas por el daño que sufren, sino que si la compensación va al gobierno local, los constituyentes es probable que continúen presionando a los políticos para que prohíban las actividades que son socialmente productivas.
La realidad puede ser complicada, y algunas situaciones puede que requieran regular los alquileres de corto plazo. Puede ser difícil reunir multas de inquilinos de corto plazo, o de algún tipo de externalidad distinta podría estar en juego (algunas personas puede que valoren las relaciones a largo plazo con sus vecinos). Pero en cualquier caso, la regulación debería darse tan localmente como sea posible—incluso al nivel de la Asociación de Propietarios de Hogares—y ser flexible para permitir que se den negociaciones entre las partes.
Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (EE.UU.) el 14 de junio de 2021.