África prueba el libre comercio

Alexander C. R. Hammond señala que 54 de los 55 estados miembros de la Unión Africana han respaldado el Área de Libre Comercio de África Continental (AfCFTA) que entró en efecto en enero de este año.

Por Alexander C. R. Hammond

El nacionalismo económico ha plagado a África desde que se independizó. En 2021, eso parece que va a cambiar. 

El 1 de enero entró en efecto la tan esperada Área de Libre Comercio de África Continental (AfCFTA). Más allá de los beneficios económicos que este acuerdo traerá al continente, el nuevo respaldo de África al libre comercio y a la liberalización marca un claro rechazo a la ideología socialista que ha atormentado a la política africana durante décadas. 

Como se encuentra ahora, 36 de las 55 naciones de la Unión Africana (A.U.), incluyendo a los poderes económicos regionales como Nigeria, Sudáfrica y Egipto (que juntos constituyen un tercio de la economía del continente), han ratificado el área de libre comercio. Tan grande es el apetito por el libre comercio en África que Eritrea —muchas veces denominada “El Reino Ermitaño de África”— es la única nación en el continente que permanece reacia a respaldar el acuerdo. 

Puede que Eritrea eventualmente cambie de posición. Dentro de 5 a 10 años, el AfCFTA asegurará que 90 por ciento de los aranceles sobre productos comercializados entre los estados miembros sean abolidos. Dentro de 13 años, 97 por ciento de todos los aranceles serán removidos. Para 2035, el Banco Mundial estima que este enorme esfuerzo de liberalización aumentará el producto interno bruto de África en $450.000 millones, incrementará los salarios tanto para los trabajadores calificados y no calificados en un 10 por ciento, y sacará de la pobreza extrema a 30 millones de personas, definidas como aquellas que viven con menos de $1,90 al día. Según las mismas estimaciones, para 2035, la AfCFTA verá a más de 68 millones de personas salir de la pobreza, definida como vivir con un ingreso de $1,90-$5,50 al día. Los “países con las tasas de pobreza iniciales más altas”, dice el Banco Mundial, “experimentarán las mejoras más importantes”. Los probables beneficios económicos del AfCFTA son impresionantes. Estas ganancias rápidas últimamente son consecuencia de apartarse del nacionalismo económico que ha mantenido a gran parte del continente empobrecido. 

La relación turbulenta de África con el socialismo empezó a fines de la década de 1950 y principios de la década de 1960, cuando una plétora de estados recientemente independizados rechazaron el modelo capitalista. Muchos de los nuevos líderes percibieron al capitalismo y al colonialismo como sinónimos. “Al rechazar la actitud capitalista de mente que el colonialismo trajo a África”, dijo en 1963 Julius Nyerere, el primer presidente de Tanzania, “debemos rechazar también los métodos capitalistas que vienen con ella”. 

En 1957, Ghana se convirtió en la primera nación africana en obtener su independencia. Su líder, Kwame Nkrumah, un auto-proclamado “socialista marxista”, sugirió que solo “una transformación socialista erradicaría la estructura colonial de la economía de Ghana”. Antes de que pasara mucho tiempo, Nkrumah estaba alentando a otros estados africanos a buscar su independencia de tal manera que ellos, también, pudiesen asumir “la propiedad estatal total de la economía”.

Muchos líderes africanos siguieron el ejemplo de Ghana. Sékou Touré de Guinea siguió el “Marxismo en ropaje africano”, prohibiendo todas las actividades comerciales no aprobadas por el gobierno. En Tanzania, la nueva constitución estableció a la nación como un “estado socialista” y prometió “prevenir la acumulación de riqueza”. Léopold Senghor, el primer líder de Senegal, dijo que luego de la independencia Senegal sería guiado por “Marx y Engels”. La infatuación con el socialismo entre la intelectualidad africana ha significado que gran parte de la economía del continente ha sido perjudicada por la planificación central. Durante décadas, las políticas debilitantes como los controles de precios y salarios, la expropiación de la propiedad privada, y las ineficientes empresas estatales todas fueron ubicuas. 

Como el Presidente de la Free Africa Foundation George Ayittyey señala, la continua aventura amorosa del continente con el socialismo ha conducido a nada menos que “la ruina económica, la operación y la dictadura”. Gracias al reciente vuelco de África hacia el liberalismo, esta relación abusiva puede que finalmente se acabe. 

Para resaltar solo cuán dramáticamente han cambiado las proyecciones del continente, vale la pena comparar la A.U. con su antecesora, la Organización de Unidad Africana (OAU). La OAU fue establecida en 1963 por Nkrumah, Nyerere, y otros líderes socialistas. Nkrumah creía que una “África socialista unida es una condición necesaria para la realización de la personalidad africana”. Los miembros fundadores de la organización argumentaban que el continente podía prosperar solo si se unía detrás del socialismo, rechazando al sistema capitalista, y desconectándose de la economía global. La OAU por lo tanto estaba guiada por una filosofía de “socialismo africano”.

En cambio, la A.U. acaba de implementar el área de libre comercio más grande del mundo. En 2018, cuando la AfCFTA fue introducida, el presidente de Rwanda Paul Kagame, entonces el director de la unión, se describió a sí mismo como un ávido partidario del libre comercio y un discípulo ideológico de Lee Kuan Yew, el primer ministro del Singapur que comercia libremente. De manera similar, el actual director de la A.U., el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa, ha proclamado que el libre comercio “desatará el potencial económico de África”.

Mientras que hay poca duda de que el socialismo continuará amenazando a algunas partes del continente, queda claro que, con la AfCFTA siendo respaldada por 54 de los 55 estados miembros de la A.U., las ideas liberales están empezando a ganar terreno en el continente más pobre del mundo. Conforme los países africanos empiecen a adoptar el libre comercio, podemos esperar que decenas, sino cientos, de millones de africanos surjan de la pobreza durante los próximos años.

Este artículo fue publicado originalmente en Human Progress (EE.UU.) el 5 de abril de 2021.