África: No pueden ser salvados por los ricos del mundo

Marian Tupy explica que tanto la ayuda externa como la condonación de deuda no han demostrado ser necesarias o efectivas para reducir la pobreza y que los principales obstáculos para la reducción de la pobreza en África son las políticas e instituciones africanas.

Por Marian L. Tupy

A principios de este mes la reunión de los líderes del Grupo de los 20 países más ricos reafirmaron los compromisos del Grupo de los 8 en 2005, cuando las principales naciones industriales del mundo, reunidas en Gleneagles, Escocia, acordaron aumentar la ayuda externa, reducir la deuda y abrir sus mercados a los productos africanos.

El G-20 no será más efectivo para reducir la pobreza africana que el G-8. Los desembolsos de ayuda externa y las condonaciones de deuda a lo largo de las últimas décadas presenciaron el estancamiento e inclusive la caída de los ingresos en los países africanos. Las reformas domésticas, incluyendo la liberalización comercial unilateral, es probable que sean más efectivas para reducir la pobreza africana a largo plazo.

África Sub-Sahariana está rezagada comparada con el resto del mundo en gran parte de los indicadores de bienestar humano. Obtuvo un puntaje bajo de 0,472 en el Índice de Desarrollo Humano de 2006 de las Naciones Unidas, el cual es medido en una escala que va del 0 al 1, con los valores más altos indicando una mejor calidad de vida. EE.UU., en cambio, obtuvo un puntaje de 0,948.

Por décadas, muchos expertos en desarrollo han propuesto más ayuda externa y condonación de deuda como soluciones para la pobreza africana. En 2005, por ejemplo, el profesor de Columbia University, Jeffrey D. Sachs, presentó su plan para acabar con la pobreza extrema en el mundo para 2025. Los países ricos, argumentó, deberían comprometerse a aumentar la ayuda externa anual para las naciones más pobres de $73.000 millones en 2006 a $135.000 millones en 2015.

Pero la ayuda externa no ha logrado estimular el crecimiento en África. Entre 1975 y 2005, por ejemplo, la ayuda externa per cápita para África tuvo un promedio de $24,60 al año. En cambio, en China, esta tuvo un promedio de $1,50 y en India $2. A lo largo del mismo periodo, los ingresos de los chinos y de los indios, ajustados para la inflación y la paridad de poder de compra, aumentó en un 888 por ciento y 174 por ciento, respectivamente. En África, los ingresos cayeron en un 5 por ciento.

Además, la ayuda externa ha alentado el desperdicio y la corrupción. Sin que este sea el propósito, también ha financiado “alrededor de 40 por ciento del gasto militar de África”, de acuerdo a Paul Collier de Oxford University.

De igual manera, los efectos de la condonación de deuda siguen siendo ambiguos. Por ejemplo, Oxfam y Jubilee 2000, dos organizaciones no gubernamentales de Inglaterra, han establecido una relación entre la condonación de deuda y la reducción de la pobreza. Un estudio recientemente publicado por la Oficina de Rendición de Cuentas de EE.UU., sin embargo, descubrió que, “El impacto de la condonación de deuda por sobre el gasto para reducir pobreza de países es desconocido”.

De hecho, lejos de colocar a los países africanos en una condición financiera más firme, la condonación de deuda muchas veces ha conducido a más préstamos que son desperdiciados, necesitando más condonación de deuda. Por lo tanto, la Iniciativa para la Condonación de Deudas para Países Pobres Altamente Endeudados (HIPC, por su sigla en inglés) del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional en 1996 fue seguida de una iniciativa HIPC fortalecida en 1999 y luego por la creación de una Iniciativa para la Condonación Multilateral de Deudas en 2005.

La liberalización comercial tiene el mayor potencial para ayudar a África a salir de la pobreza. De acuerdo a un estudio de 2005 del Banco Mundial, “moverse hacia el comercio libre de mercadería aumentaría los ingresos reales en África Sub-Sahariana más que en otros países en vías de desarrollo o en países de ingresos altos. … El empleo en agricultura y la producción, el valor real de las exportaciones agrícolas y de alimentos, el retorno real sobre la tierra cultivada y el trabajo de poca preparación, y los ingresos reales netos todos aumentarían en la región reduciéndose así la pobreza”. La principal razón por la cual África se beneficiaría “proporcionalmente más” es porque África sigue siendo una de las regiones más proteccionistas del mundo. Por ejemplo, los aranceles promedio aplicados en África siguen siendo relativamente altos.

Mientras que tales aranceles en países de ingresos altos dentro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) cayeron de 9,5 por ciento a 2,9 por ciento entre 1988 y 2007, en África solamente cayeron de 26,6 por ciento a 13,1 por ciento entre 1987 y 2007.

Desafortunadamente, las negociaciones de la Ronda de Doha acerca de la liberalización comercial se han estancado y la amenaza del proteccionismo resurge con fuerza mientras que empeora la actual recesión mundial. Los principales jugadores son los culpables del fracaso de Doha. Las negociaciones globales acerca de la liberalización comercial se basan en criterios mercantilistas con raíces profundas, criterios de acuerdo a los cuales los países intercambian concesiones entre ellos (acceso a distintos mercados).

Los mercantilistas ven a las importaciones como una amenaza. En realidad, las importaciones aumentan la competencia y la especialización, y una mayor especialización resulta en una mayor productividad. En un mercado competitivo, la reducción de los costos de producción deriva en productos y servicios más baratos, lo cual a su vez aumenta el estándar real de vida. Esa es una importante razón por la cual las personas que viven en economías más abiertas suelen ser más ricas. Las naciones africanas deberían liberalizar sin importar lo que el resto del mundo haga.

A pesar de todas sus buenas intenciones, las cumbres de las naciones ricas, ya sean del G-8 o del G-20, dan lugar a expectativas poco realistas. La exagerada importancia dada a la ayuda externa y a la condonación de deudas hace que las naciones extranjeras aparezcan como los principales responsables de la reducción de pobreza en África. De hecho, los principales obstáculos para el crecimiento económico en África están en las políticas públicas e instituciones africanas, como las costosas regulaciones a las empresas o la débil protección de los derechos de propiedad.

África sigue siendo la región más pobre y con menos libertad económica de la tierra. El G-20 debería hacer todo lo posible para ayudar que África se integre con el resto del mundo. Debería eliminar las restricciones que todavía existen para las exportaciones africanas y acabar con sus subsidios agrícolas. Los africanos, sin embargo, tendrán que hacer gran parte de los cambios necesitados para acabar con la pobreza en África.