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Recuerdo una de las tantas conversaciones que mantuve con el gran Leonard Read en su oficina de la Foundation for Economic Education, cuando trabajaba en la tesis para mi primer doctorado, becado por esa benemérita institución, en 1968. Siempre me beneficié enormemente con sus consejos y reflexiones.

En la oportunidad a que me refiero destacó la importancia y la necesidad de reiterar conceptos sobre los fundamentos éticos, económicos y jurídicos de la sociedad abierta hasta que se comprendieran y adoptaran. Al fin y al cabo —con humor traía a colación el conocido aforismo— “para novedades, los clásicos”, lo cual desde luego no desmerece las nuevas contribuciones que se acoplan a la línea argumental a favor de la libertad y el respeto recíproco. En esta misma dirección tengo presente que en ESEADE Pascal Salin entonces en la Universidad de París IV, comenzó una conferencia con una pregunta retórica “¿prefieren que sea original o que diga lo que creo es la verdad?”. En este sentido, ahora en gran medida vuelvo sobre lo que escribí hace años sobre la importancia de los buenos modales.

“El hábito no hace al monje” reza un conocido proverbio a lo que  Jacques Perriaux agregaba “pero lo ayuda mucho”. Las formas no necesariamente definen a la persona pero ayudan al buen comportamiento y hace la vida más agradable a los demás.

Hoy en día, en gran medida se ha perdido el sentido del buen hablar. En primer lugar, debido al uso reiterado de expresiones soeces. Las denominadas “malas palabras” remiten a lo grotesco, a lo íntimo, a lo repugnante y a lo escandaloso. Los que no recurren a esas expresiones no es porque carezcan de imaginación, es debido a la comprensión del hecho de que si se extiende esa terminología todo se convierte en un basural lo cual naturalmente se aleja de la excelencia y las conversaciones bajan al nivel del subsuelo. Por su parte, los términos obscenos empobrecen el lenguaje y como éste sirve para pensar y para la comunicación, ambos propósitos se ven encogidos y limitados a un radio estrecho.

Entonces, aquello de que “el hábito no hace al monje, pero lo ayuda mucho” pone en evidencia una gran verdad y es que las apariencias, los buenos modales y, en general, la estética, tienen una conexión subliminal con la ética. Cuanto más refinados y excelentes sean los comportamientos y más cuidados los ámbitos en los que la gente se desenvuelve, más proclive se estará a lograr buenos resultados en la cooperación social y el indispensable respeto recíproco como su condición central.

Esto  no significa que un asesino serial pueda estar encubierto y amurallado tras aparentes buenos modales, significa más bien que se tiende a reforzar y a abrir cauce al antes mencionado respeto recíproco. Se ha dicho en diversas oportunidades que en la era victoriana había mucho de hipocresía, lo cual es cierto de todas las épocas pero no cambia el hecho de que en esa etapa de la historia el ocultamiento de lo malo traducía un sentido de vergüenza que luego se perdió bajo el rótulo de la sinceridad que pusieron al descubierto las inmoralidades más superlativas con la pretensión de hacerlas pasar por acciones nobles.

Las normas morales aluden al autorrespeto y al respeto al prójimo en las respectivas preservaciones de las autonomías individuales basadas en la dignidad y autoestima. De más está decir que lo dicho nada tiene que ver con el dinero sino con la conducta, lo que ocurre es que en las sociedades abiertas los que mejor sirven los intereses de los demás son los que prosperan desde el punto de vista crematístico y, por ende, se espera de ellos el ejemplo, lo cual en los contextos contemporáneos ha mutado radicalmente puesto que en gran medida los patrimonios no son fruto del servicio al prójimo sino de la rapiña lograda con el concurso de gobernantes que se han extralimitado en sus funciones específicas de proteger derechos para, en su lugar, conculcarlos. Mal puede esperarse ejemplos de una banda de asaltantes.

La literatura, la escultura, la pintura y la música son evidentemente manifestaciones de cultura por antonomasia. Sin embargo, en la actualidad, tal como he consignado antes, por ejemplo, Carlos Grané apunta en El puño invisible: arte, revolución y un siglo de cambios culturales que el futurismo, el dadaísmo, el cubismo y similares son manifestaciones de banalidad, nihilismo, vulgaridad, escatología, violencia, ruido, insulto, pornografía y sadismo (en el epígrafe de su libro aparece una frase del fundador del futurismo Filippo Tomaso Marinetti que reza así: “El arte, efectivamente, no puede ser más que violencia, crueldad e injusticia”).

¿Qué ocurre en ámbitos cada vez más extendidos en aquello que se pasa de contrabando como arte? Es sencillamente otra manifestación adicional de la degradación de las estructuras axiológicas. Es una expresión más de la decadencia de valores. En este sentido, otra vez, se conecta la estética con la ética. No se necesitan descripciones acabadas de lo que se observa en muestras varias que a diario se exhiben sin pudor alguno: alarde de fealdad, personas desfiguradas, alteraciones procaces de la naturaleza, embustes de las formas, alaridos ensordecedores, luces que enceguecen, batifondos superlativos, incoherencias múltiples y mensajes disolventes. En el dictamen del jurado del libro mencionado de Grané —que obtuvo el Premio Internacional de Ensayo Isabel Polanco (presidido por Fernando Savater), en Guadalajara— se deja constancia de “los verdaderos escándalos que ha vivido el arte moderno”.

¿Qué puede hacerse para revertir semejante espectáculo? Solo trabajar con paciencia y perseverancia en la educación, es decir, en la trasmisión de principios y valores que dan sustento a todo aquello que puede en rigor denominarse un producto de la humanidad, alejándose de lo subhumano y lo puramente animal, en un proceso competitivo de corroboraciones y refutaciones que apunten a la excelencia y no burlarse de la gente con apologías de la fealdad y explotar el zócalo del hombre con elogios a la indecencia, la ordinariez y a la tropelía.

Incluso la forma en que nos vestimos trasmite nuestra interioridad. La elegancia y la distinción se dan de bruces con los piercing, los tatuajes, los pelos teñidos de colores chillones, estrambóticas pintarrajeadas del rostro y las uñas, la ropa zaparrastrosa y estudiados andrajos en el contexto de modales nauseabundos, ruidos guturales patéticos que sustituyen la fonética elemental. La bondad, lo sublime, lo noble y reconfortante al espíritu naturalmente hacen bien y fortalecen las sanas inclinaciones. El morbo, el sadismo, lo horripilante y tenebroso dañan la sensibilidad y afectan lo mejor de las potencialidades del ser humano.

Hace años con mi mujer observamos en un subterráneo londinense un enorme cartel con la figura de Michael Jackson con los labios pintados, cambios en la pigmentación y operaciones y estiramientos varios en el que se leía “If this is the outside, what goes on in the inside?”. También ingleses que trasmitían radio en el medio de la nada en África durante la Segunda Guerra Mundial lo hacían vestidos de smoking “to keep standards up”.

El deterioro en los modales que subestima la calidad de vida al endiosar la grosería y lo chabacano, también tiende a anular el sentido de las expresiones ilustrativas que se consideran pasadas de moda tal como cuando se aludía a una dama que se utilizaba para indicar conductas excelsas y cuando se afirmaba de un hombre que “es antes que nada un caballero” quería decir mucho de sus procederes y de su rectitud. Ya Confucio, quinientos años antes de Cristo, escribió que “Son los buenos modales los que hacen a la excelencia de un buen vecindario. Ninguna persona prudente se instalará donde aquellos no existan” y, en 1797, Edmund Burke sostenía que para la supervivencia de la sociedad civilizada “los modales son más importantes que las leyes”.

Estimo que antes de las respectivas especializaciones profesionales, debiera explorarse el sentido y la dimensión de la vida para lo cual hay una terna de libros extraordinarios que merecen incorporarse a la biblioteca: The Philosophy of Civilization de Albert Schweitzer, Adventures of Ideas de Alfred N. Whitehead y Human Destiny de Lecomte du Noüy. Después de esa lectura tan robusta y de gran calado, entre otras muchas cosas, se comprenderá mejor el apoyo logístico que brinda la cobertura de los modales al efecto de preservar las autonomías individuales.

Hasta donde mis elementos de juicio alcanzan, en medios argentinos radiales y televisivos (aparte de reuniones sociales) es donde se concentra la mayor dosis de lenguaje soez.  Hay quienes incluso se creen graciosos con estos bochornos haciendo gala de un sentido del humor por cierto bastante descompuesto. Afortunadamente este decir maleducado no se ha globalizado por el momento, por lo menos al nivel de la degradación argentina. Es de esperar que personas inteligentes y que también hacen aportes en diversos campos abandonen la grosería de sus expresiones al efecto de contribuir a la construcción una sociedad decente y se percaten que la cloaca verbal se encamina a la cloaca.

Arte que conquista la libertad

Publicado por Adriana Peralta

Mural Danilo Maldonado UFM

Danilo Maldonado, El Sexto, plasmó su huella en la ciudad de Guatemala al pintar un gigantesco graffiti en las instalaciones de la Universidad Francisco Marroquín (UFM). La obra de arte se titula "La libertad por medio del conocimiento" y en ella Maldonado evoca la relación entre la educación y la libertad.

Maldonado es parte de los defensores de derechos humanos y libertad que han tomado el arte en sus manos para expresar su opinión en contra del régimen castrista.

Los gobiernos totalitarios dictan la educación de una población. También hacen lo posible por controlar qué dicen los individuos, cómo lo expresan y cuáles son sus vías de comunicación. Al coartar el arte y la educación —dos alas que forman la mente de los individuos— una población está atada.

La obra fue develada el lunes 14 de marzo en la UFM. En el evento Maldonado criticó a los gobiernos comunistas y el adoctrinamiento a los niños desde una edad temprana por medio de todo tipo de símbolos. Uno muy notorio es que los niños siempre levantan banderas en las escuelas. “No veo justo que un niño tenga que estar cargando una bandera con una carga política específica; porque un niño no sabe nada, solamente sabe de belleza, de amor”, expresó el autor.

Las obras de los artistas que se expresan en contra de sus gobiernos están llenas de simbolismos. En el caso de La libertad por medio del conocimiento, las cadenas expresan la realidad de una población cuando carece de educación y sufre el yugo de los regímenes totalitarios. Las alas, la manera en que la educación libera a las personas.

A lo largo de la historia los gobiernos han censurado, perseguido y asesinado a artistas que por medio de sus obras —pinturas, libros, ensayos, canciones— critican el statu quo. En las décadas de 1920 y 1930 Stalin encarceló a 2000 artistas, Hitler dejó en manos del Ministerio de Propaganda toda forma de expresión artística. En palabras de George Orwell son sociedades en las que “solo una opinión es permisible en cualquier momento”.

En el libro Por qué la libertad, Sarah Skwire, miembro del Liberty Fund, escribió un ensayo titulado "Sin libertad, no hay arte: Sin arte no hay libertad" en el que explica el rol de las expresiones artísticas como crítica al poder. La autora cita al músico y liberal Lindy Vopnfjord; “El deseo de la libertad es la fuerza creativa más potente del artista; por eso, incluso en los lugares más opresivos se produce el arte más hermoso y poderoso”.

Este es el caso de El Sexto, quien ha vivido en carne propia la relación entre el arte y la libertad. En diciembre de 2014 fue encarcelado por diez meses sin juicio cuando se dirigía a hacer una presentación artística inspirada en La rebelión en la granja de Orwell en la que liberaría a dos cerdos pintados con los nombres Fidel y Raúl.

El Sexto es parte de una larga lista de personas que han ridiculizado a los gobiernos comunistas por medio del arte. Uno de los precursores modernos de esta forma de protesta es Thierry Noir, que fue la primera persona en pintar obras de arte en el Muro de Berlín.

Noir emigró a Berlín Oeste en enero de 1982. Vivía cerca del Muro y desesperado de verlo todos los días decidió pintarlo como un acto revolucionario. En abril de 1984 trazó el primer dibujo en el Muro. A lo largo de seis años Noir junto a los artistas Christoph Bouchet y Kiddy Citny pintaron 5.000 m del Muro.

El objetivo de los artistas al pintar el Muro de Berlín era transformarlo, hacerlo ridículo y ayudar a destruirlo. “La vida melancólica cerca del Muro era muy agresiva para el cerebro. Comencé a pintar el muro para no volverme loco. Yo soy más fuerte que el Muro, yo lo puedo pintar”, ha expresado Noir en diversas entrevistas en las que se le cuestiona su motivación.

Son los casos como El Sexto y Noir los que recuerdan que el arte es una válvula de escape. Especialmente en países donde el gobierno quiere dictar qué ideas son las correctas, el arte propone nuevas maneras de intercambiar ideas lo que intrínsecamente tiene la capacidad de construir libertad.

Se cumplieron los primeros dos años del mandato de la presidente Bachelet y se hacen alusiones a cómo será el “segundo tiempo” de este gobierno. Pero, ¿cómo va el resultado hasta el primer tiempo en términos económicos? La principal preocupación es el déficit fiscal, que cerró en alrededor del 2,2% del PIB en el 2015. Luego de una reforma tributaria polémica, son más las inversiones que se ahuyentan que los recursos que se suman. Esto queda evidenciado con los dos años consecutivos de confianza empresarial negativa según el Indicador Mensual de Confianza Empresarial (IMCE) elaborado por Icare y la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibañez. También se observa el deterioro en la Encuesta de Expectativas Económicas (EEE) elaborado por el Banco Central, revelando un escenario de debilidad por tercer año consecutivo. Hay que ser honestos, el partido va 1 a 0 abajo.

Ante una evidente situación de déficit complicada, Bachelet decide realizar cambios en el equipo. Así en el primer tiempo se realizan varias modificaciones. Una de los cambios más prometedores fue el del Ministro de Hacienda. Sale Alberto Arenas y entra Rodrigo Valdés. Sin lugar a dudas, el actual ministro aporta su cuota de realismo al partido. Es plenamente consciente que el gasto público debe moderarse. El problema es que un ajuste de US$540 millones no parecen ser suficientes para revertir la situación. Que quede claro, la culpa no puede caer exclusivamente sobre Valdes. Esto es un equipo y por más consciencia que tenga el ministro de Hacienda, necesitará el apoyo del gobierno el cual no siempre es fácil de consensuar.

No sólo se va perdiendo el partido, sino que además se debe jugar en una cancha complicada. El escenario internacional no ayuda y esto hace que sea aún más difícil dar vuelta el resultado. Sin embargo, lo más inexplicable de todo es que la Nueva Mayoría decida dejar a los mejores jugadores en el banco: los emprendedores. Si hay algo que logró mostrar Chile en las últimas décadas, es que con reglas de juego claras y libre comercio se puede ir disminuyendo la pobreza. Con un escenario como ese, los emprendedores salen a la cancha con inversiones y generan puestos de trabajo impulsando la economía. Con este gobierno, sucede exactamente lo contrario. Las polémicas reformas no hacen más que ahuyentar a los emprendedores. En resumidas cuentas, se va perdiendo el partido y en una cancha difícil. Esperemos que en el segundo tiempo, este resultando no acabe en goleada.

Hace demasiados meses que este espacio lo he dedicado a exponer mis quejas y críticas sobre la constante —y por ocasiones insultante— mediocridad de nuestra gestión pública y lo vergonzantes que son las reacciones típicas de la oposición en el país. Por tanto, quiero hacer referencia hoy a quienes recorren un camino diferente y se han embarcado en la aventura emocionante del ejercicio de un espíritu crítico.

Hace una semana, en la ciudad de Guatemala falleció un mentor y un gran amigo. El valiente académico y exrector de mi Alma Mater (la Universidad Francisco Marroquín), Giancarlo Ibargüen Segovia, cedió tras años de lucha a una enfermedad degenerativa y nos ha dejado de acompañar.

Durante toda su vida, Giancarlo fue un admirable defensor de los ideales de libertad y nunca titubeó a la hora de pelear por que usted y yo podamos hacer pleno uso de la soberanía sobre nuestras vidas y nuestros recursos. Además, lo hizo con una sonrisa en el rostro y una mente, como diría Rush en su canción Tom Sawyer, que nunca estuvo en alquiler.

Giancarlo le declaró la guerra a la mediocridad y en toda iniciativa en la que participó dio el cien por ciento de sí mismo. Él era un guerrero y caminó toda la vida eligiendo la consistencia y pidiéndonos no claudicar y nunca abandonar nuestros ideales, en un mundo donde ser constante es generalmente superado por ser popular.

Yo le conocí cuando entré a la Universidad y aun sabiendo que era un laureado intelectual, siempre sentí la confianza de abordarlo y expresarle mis dudas sobre cualquier tema. Giancarlo nunca siguió el sendero de la arrogancia o la prepotencia que puede conllevar el conocimiento. En cambio, practicaba constantemente la humildad y honestidad intelectual, y quienes lo conocimos y compartimos con él tenemos la responsabilidad de continuar su lucha por la libertad y su búsqueda de la excelencia. Mientras descansa en un lugar mejor, Giancarlo Ibargüen puede estar tranquilo pues su mensaje está siendo retomado por quienes quieren defender la autonomía del individuo.

Una prueba de ello es lo que está sucediendo en Costa Rica. Cansados del secuestro que los sectores tradicionales han hecho de la palabra libertad, un grupo de profesionales ha decidido lanzar su propio vehículo para lograr significativos avances en el largo camino de apartar al Estado de sus intervenciones innecesarias en nuestras vidas.

La Plataforma Liberal Progresista es un valiente esfuerzo por alcanzar la consistencia y ofrecer una alternativa a los ticos que consideran que las amenazas a sus libertades y a su prosperidad pueden venir de todos los colores políticos.

En sus primeros meses, esta plataforma ha realizado audaces críticas a temas que el “mainstream” político no se atreve a discutir con argumentos técnicos, fuera de ideas moralistas o emocionales: posible legalización de algunas drogas, la igualdad matrimonial o el desmantelamiento de las redes de clientelismo que enriquecen a sectores ineficientes.

Además de sacudir su vetusto sistema, buscan elevar el estándar de exigencias del ciudadano tico. Como dice Silvia, una buena amiga e integrante de la plataforma, esta “es una oportunidad para sentirme representada en el escenario político nacional”. ¿Cuántos salvadoreños quisiéramos lo mismo?

La Plataforma Liberal Progresista ha demostrado que es posible y deseable seguir la clave provista en su momento por Giancarlo Ibargüen: “¿Cómo acertar? Aférrense siempre a la libertad”.

A Giancarlo, nuestros agradecimientos por un vida inspiradora y por ser un ejemplo para los que, sin importar sus ideas, actúan de acuerdo a su mensaje: “Caminen siempre con dignidad (...) sabiendo que viven una vida coherente con sus principios”. A Silvia y la Plataforma Liberal Progresista, quienes amamos la libertad dentro y fuera de Costa Rica les deseamos el mayor de los éxitos. Ojalá que su consistencia sea contagiosa en la región.

Y a los políticos de nuestro país, ojalá que en algún momento se comprometan a dejar la senda del lugar común, la crítica absurda y maniqueísta y la insultante mediocridad. ¡Tomen buenos ejemplos!

Publicado originalmente en El Diario de Hoy (El Salvador) el 15 de marzo de 2016.

El reciente discurso de Mauricio Macri para abrir las sesiones ordinarias del Congreso dejó algo de esperanza respecto de la normalización de la economía y el sinceramiento de las variables macroeconómicas. Entre otros puntos, el Presidente de la Nación prometió déficit fiscal cero para su cuarto año de mandato, lo que está directamente relacionado con la baja de la inflación.

Macri pretende alcanzar el equilibrio fiscal corrigiendo parcialmente el sobre-empleo público y el exceso de subsidios, pero también con una mejora de la recaudación tributaria, que aumentaría una vez que la economía argentina retorne al crecimiento económico.

Aquí es donde aparece el problema de causalidad. El crecimiento económico depende de la inversión, pero es ilusorio pensar que ésta aumentará en un país con 7 % de déficit fiscal e inflación por encima del 30%. El equipo económico se propone reducir el déficit y con ello la inflación a partir de la mayor inversión, cuando en realidad la inversión será consecuencia --y no causa-- de resolver los problemas macroeconómicos.

En el debate sobre shock o gradualidad de las políticas públicas, la causalidad es un argumento fundamental. El gradualismo promete equilibrios fiscal, monetario y cambiario para 2019, pero si es así, sólo el próximo gobierno podrá observar un retorno al crecimiento y a la generación genuina de empleo.

El diagnóstico que Macri ofreció en su discurso muestra a un paciente realmente enfermo. Me parece que las medidas para atacar estos males deben acelerarse.

Publicado originalmente en el blog Punto de Vista Económico (Argentina) el 14 de marzo de 2016.

Ciertamente uno de los peores aspectos que atravesó la Argentina en la última década ha sido el de la relaciones internacionales para con el mundo civilizado. El resultado fue un coctel tóxico que se componía de una pésima dirigencia y poco profesionalismo de los ministros asignados al tema, sumado al complejo de inferioridad por parte del matrimonio Kirchner que sentían que el planeta tierra tenía como objetivo hacerles la contra sin motivo alguno. Resultado: el país tuvo la peor de las fortunas en esta materia.

Como es la Argentina 2016: todo parece haber tomado un rumbo absolutamente diferente y ya se pueden destacar varios cambios bajo la nueva conducción del presidente electo en noviembre del año pasado, el ingeniero Mauricio Macri, de 57 años de edad, formado en el sector privado y que sabe, o por lo menos así lo da a entender, que un país más integrado al mundo es un país que avanza en beneficio y progreso de las personas que viven en él.

Y he aquí tres cambios para mi punto de vista fundamentales que conforman que la política exterior argentina haya dado un giro de 180 grados:

  1. La designación de Susana Malcorra, quien desde 2012 fue escogida por Ban Ki-moon como Jefa de Gabinete de la Naciones Unidas, ahora Canciller – Ministra de Relaciones Exteriores y Culto de la Nación Argentina en el nuevo gobierno.
    Esta elección fue primeramente llamativa, dado que no era una mujer política ni del medio argentino, sino todo lo contrario, una persona de carrera que conoce íntegramente a los actores involucrados en la política exterior y que dedicó la mayor parte de su vida adulta a la relaciones internacionales. Hoy trabaja, entre otros aspectos, para insertar en el mundo a la Argentina como primera prioridad, lograr fortalecer el comercio regional y transamericano y recomponer las más que degradadas relaciones diplomáticas con sus vecinos (nunca en su historia el país tuvo peores vínculos con Uruguay, Chile, Brasil y Paraguay que durante el funesto kirchnerinato). Incluso, una posible consecuencia que se comenta es la eventual inclusión de Argentina en el Programa Visa Waiver, que permite viajar a los Estados Unidos como turista sin solicitar previamente el permiso. Dicho sea de paso, bajo la presidencia de Carlos Menem (que se caracterizó por un notable acercamiento con la potencia del norte), en la década de 1990, la Argentina ya disfrutó de este beneficio.
  2. Macri “se puso los pantalones”, expresión argentina que denota la fortaleza y el liderazgo en una decisión. Sucede que en toda Latinoamérica no existe hoy en día un referente de la región que luche verdaderamente por los derechos humanos y las libertades de los individuos. Brasil, que podría por peso propio haber liderado ese rol, increíblemente renunció a ello. Y es aquí donde Macri está ocupando ese espacio vacío y convirtiéndose, de a poco, en guía de la región. Un auspicioso comienzo de este proceso se dio cuando, apenas pasados los 10 días de haber asumido, pidió en una reunión del MERCOSUR por la liberación de Leopoldo López (encarcelado injustamente desde hace más de dos años en Venezuela por la cuasi dictadura de Nicolás Maduro) y de todos los presos políticos en ese país, destacable hecho, dado que ningún mandatario lo había pedido con la firmeza con que Macri lo hizo.
  3. “Muy al oriente está occidente” dicen los chinos… Y es justamente lo que el nuevo presidente está haciendo. Durante los 12 años de kirchnerismo, las relaciones internacionales estuvieron atadas a los países latinoamericanos del eje comunista. Aliados con Cuba, Venezuela, Ecuador y Bolivia, no tuvo mejor suerte que seguir los pasos de sus líderes populistas en el camino de servidumbre que profesaban. Del otro lado del Atlántico, Irán era el principal aliado.
    Hoy las cosas cambiaron. En la convención de Davos, Suiza, a la que la Argentina había faltado los últimos 12 años, Macri tuvo importantes reuniones privadas, por solo mencionar algunas, con David Cameron del Reino Unido, el vicepresidente de Estados Unidos Joe Biden, el primer ministro holandés Mark Rutte y la reina Máxima, el premier francés Manuel Valls, el presidente de la Confederación Suiza Johan Schneider-Ammann, y el primer ministro de Israel Benjamin Netanyahu. Ciertamente todo un cambio, más que nada dado que todos estos países ignoraban completamente a los Kirchner en todos los actos internacionales en que participaban. También se reunió con numerosos empresarios, deseosos de certificar que la Argentina retornaba al mundo.
    A todo esto hay que sumarle las visitas que realizaron, en la últimas semanas, el primer ministro italiano Matteo Renzi, país con numerosos descendientes en Argentina, y el mandatario francés François Hollande. Como broche de oro, para fin de este mes se espera la llegada de Barack Obama y su familia, más que destacable situación, dado que la última visita oficial y exclusiva de un presidente americano fue la de Bill Clinton en 1997. Y todo esto, en un gobierno que aún no ha cumplido 100 días desde su asunción.

Como conclusión final, en un mundo globalizado como el de hoy en día, conectado como nunca antes en la historia, con cada vez más tratados de libre comercio, con cada vez menos restricciones a la libre circulación de las personas y con cada vez menos barreras lingüísticas, recomponer las relaciones internacionales es uno de los desafíos, paradójicamente, más fáciles que tiene la nueva gestión en Argentina si persiste en este correcto camino.

Es indudable que en Bolivia hay racismo y seguramente existen personas cuya mayor molestia hacia Evo Morales es que un indio sea presidente. Y también hay una tesis racista opuesta que sostiene que los indios poseen virtudes únicas y que son la reserva moral de la humanidad. Uno de los mayores impulsores de esta idea es el propio Evo Morales.

Tristemente ha sido ha sido el propio Morales quien se ha encargado de destruir su argumento sobre la superioridad moral de los indígenas. Durante la reforma de la constitución el 2009 prometió postularse una vez más, pero luego de su victoria electoral se volvió a postular a un tercer mandato inconstitucional (pero permitido por un Tribunal Constitucional afín al partido), bajo una nueva promesa de que sería el último. Hoy nuevamente quiere postularse, incumpliendo por segunda vez su promesa. La corrupción millonaria del fondo indígena manejada por indígenas para indígenas es otra evidencia contraria a la hipótesis de la superioridad moral de los mismos. Y por supuesto el escandaloso caso de una amante de Evo Morales quien consigue millonarios contratos estatales sin licitación derrumba cualquier duda sobre la incorruptibilidad del presidente.

Los quechuas tienen un lindo lema: “ama sua, ama llulla, ama quella” que significa no seas ladrón, no seas flojo, no seas mentiroso. Estos principios que, de una u otra manera son universales a todas las culturas y religiones, han sido incluso plasmados en la constitución boliviana impulsada por Morales. Tal vez ahora lo único que no se le puede achacar al presidente es que sea flojo.

Utilizar la corrupción de un indígena para afirmar que los indígenas no tienen ética, sería tan equivocado como pregonar su superioridad moral. Más razonable a mi juicio sería dejar de lado los prejuicios y juzgar a las personas por sus actos y no por su condición racial; reconocer que tanto las virtudes como los vicios están presentes en todos los pueblos y culturas; que en cada cultura podemos encontrar a personas maravillosas y admirables, como también a otras deleznables; que la moralidad, más que un atributo de los pueblos, es un atributo de cada persona, de cada individuo; y que no hay una superioridad moral de los indígenas, como tampoco la hay de los mestizos, negros o blancos, sino más bien que podemos reconocer en ciertos individuos una superioridad ética que los convierte en dignos de admiración y ejemplo a seguir. Tales individuos no están circunscritos a ciertas razas o culturas.

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