Perú: Un cuento de hadas

Alfredo Bullard dice que en algunos cuentos de hadas "el Estado es eficiente y eficaz. Los gobernantes y sus funcionarios buscan denodadamente y con tremendos sacrificios el bien común".

Por Alfredo Bullard

En muchos cuentos de hadas los animales hablan y los muñecos de madera cobran vida. Hay dragones derrotados siempre por un príncipe bueno y atractivo que defiende a una hermosa y dulce princesa a la que quiere conquistar. La magia permite convertir calabazas en hermosos carruajes y ratones en corceles. Unas habichuelas mágicas hacen brotar plantas que alcanzan las nubes donde residen gigantes que guardan gallinas que ponen huevos de oro. El beso de un príncipe rompe hechizos de brujas malvadas y el de una princesa hace que su amado sapo vuelva a ser una persona. Y lo más importante: siempre tienen un final feliz.

En otros cuentos de hadas el Estado es eficiente y eficaz. Los gobernantes y sus funcionarios buscan denodadamente y con tremendos sacrificios el bien común. Se enfrentan con valentía al egoísmo de monstruosos empresarios que quieren esquilmar a los ciudadanos y que, como las brujas de los otros cuentos, los hechizan con malas artes.

Allí nuestros impuestos son usados con responsabilidad para generar el bienestar de todos. Como los príncipes guapos y bien intencionados, los políticos dan la vida por su “princesa”, que no es otra que la justicia, a la que defienden con su vida.

Entre esos cuentos hay uno de un gigante poderoso pero bonachón, preocupado por todos los peruanos y que se desvive por protegernos del mal. Su nombre: Petro-Perú.

Este heroico gigante quiere protegernos de los precios altos de los combustibles. Para ello piensa usar sus riquezas, acumuladas a costa de impuestos recaudados bondadosamente y con delicadeza a los ciudadanos, para comprar unos cuantos grifos. El gigante Petro-Perú buscará gestionarlos con eficiencia y crear hermosas y modernas estaciones de servicio. Y lo mejor de todo: intentará posibilitarnos llenar nuestro tanque con gasolina a precio de regalo.

Por supuesto habrá brujas malvadas y chismosas, que esparcirán mentiras y calumnias para que los pobladores crean que antes las empresas como Petro-Perú se tiraron nuestros impuestos en gastos estúpidos como un jacuzzi para el Palacio de Gobierno. Pretenderán convencernos de que junto con otros ogros como ENCI (Empresa Nacional de Comercialización de Insumos), la Compañía Peruana de Teléfonos o Entur-Perú, quebraron el país y destruyeron nuestra esperanza. Tratarán, mediante trances hipnóticos, de sembrar en la mente de los súbditos la idea de que antes había colas interminables en los grifos porque era muy difícil encontrar gasolina, gasolina que, dicho sea de paso, subía todas las semanas. Pero, como los otros cuentos de hadas, en este caso habrá un final feliz: Petro-Perú nos dará grifos estatales hermosos y modernos, con surtidores cubiertos de dulces, chocolates y caramelos a los que se podrá acceder solo estirando la mano.

¡Qué lindo es el mundo de los cuentos de hadas! Siempre lleno de ilusiones que nos alejan de lo mundano, nos hacen soñar en cosas que no se cumplen y nos hacen olvidar que la Constitución le prohíbe a Petro-Perú ejercer actividad empresarial en competencia con los privados y que la Ley de Represión de la Competencia Desleal le encarga a Indecopi (Instituto Nacional de la Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual) encadenar al gigante para que no vulnere los derechos de los ciudadanos que deben comprar e invertir grifos con su plata y no con plata ajena. Recordar que ese tipo de cosas rompe la ilusión y, como el reloj que anuncia la medianoche, convierte el vestido de la Cenicienta en andrajos.

Los cuentos de hadas, más allá de su aparente belleza y de su moraleja fácil, son finalmente mentiras bien contadas. Y como Gepetto le dice a Pinocho: “Las mentiras, hijo mío, se conocen enseguida, porque las hay de dos clases: las mentiras que tienen las piernas cortas, y las que tienen la nariz larga. Las tuyas, por lo visto, son de las que tienen la nariz larga”.

Este artículo fue publicado originalmente en El Comercio (Perú) el 9 de febrero de 2012.