TLC de América del Norte: Un éxito político y económico

Por Daniel T. Griswold

Hace diez años, los líderes de Estados Unidos, Canadá y México firmaron el histórico Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Aunque el TLCAN sigue sirviendo de blanco para los críticos del libre comercio, y será debatido nuevamente cuando el Congreso norteamericano considere un tratado de libre comercio con Chile, bajo cualquier punto de vista éste ha sido una política pública exitosa.

Como tratado comercial, el TLCAN cumplió con su principal objetivo de aumentar el comercio. Desde 1993, casi se ha triplicado el valor del comercio entre Estados Unidos y México, de $81.000 millones a $232.000 millones, creciendo el doble de lo que creció el comercio estadounidense con el resto del mundo.[1] Canadá y México son ahora los socios comerciales número uno y dos, respectivamente, siendo Japón un tercer lugar distante.

Una razón por la cual el TLCAN sigue siendo controversial hoy en día radica en el hecho de que tanto sus defensores como oponentes fueron culpables de exagerar su impacto. Los defensores afirmaron que crearía cientos de miles de trabajos debido a un aumento dramático en las exportaciones; los oponentes dijeron que muchos más empleos serían destruidos por una avalancha de importaciones y una estampida de compañías estadounidenses desplazándose a México para aprovecharse de la mano de obra barata. Durante un debate presidencial en 1992, H. Ross Perot famosamente predijo que "Ustedes oirán un fuerte sonido succionador de los trabajos siendo sacados de este país."[2]

En realidad, el TLCAN nunca iba a tener mucho impacto en la economía estadounidense. El PIB de Estados Unidos en ese tiempo era casi 20 veces más grande que el de México, y los aranceles a los productos mexicanos ya promediaban un 2%. El principal dividendo para Estados Unidos ha sido en el campo de la política exterior.

Para Estados Unidos, el TLCAN ha sido más acerca de política exterior que doméstica. La principal recompensa para los estadounidenses ha sido la de institucionalizar el viraje de México del proteccionismo centralizado hacia el capitalismo descentralizado y democrático.

Bajo dicho estándar, el TLCAN ha tenido un éxito espectacular. En una década desde su firma, México ha continuado la reforma política y económica. El tratado ha desligado a la economía de la vieja inflación cíclica y alta, y del modelo de acumulación de deuda que caracterizaba a México y al resto de América Latina hasta la crisis de la deuda en los ochenta. En el 2000, México evitó una crisis económica producto del ciclo electoral por primera vez desde los setenta. Hoy en día México y Chile son las economías más estables y dinámicas de América Latina—y las dos son las que se han reformado más agresivamente.

Igualmente importante, la competencia económica y la descentralización incorporados en el TLCAN alentaron una mayor competencia política en México. Éste rompió el asimiento económico sobre el cual el dominante Partido Revolucionario Institucional (PRI) mantuvo el poder durante la mayor parte del siglo pasado, y preparó el escenario para la elección de Vicente Fox en el 2000 como el primer candidato de oposición en ganar las elecciones luego de 71 años de dominio partidista del PRI.

Con una década de retrospectiva, no existe evidencia de ningún "fuerte sonido succionador" de trabajos, inversión, y capacidad manufacturera dirigiéndose hacia México.

Empleos estadounidenses. El comercio no trata de más o menos trabajos sino de mejores empleos, y el TLCAN no es la excepción. Por supuesto, la competencia de México cerró algunas fábricas estadounidenses pero dichos cierres han permitido que los recursos sean dirigidos a sectores donde los productores estadounidenses disfrutan de una mayor ventaja y eficiencia. Esa es la idea del comercio: Incrementar la producción en sectores e industrias donde se produce más eficientemente y reducir la producción en áreas donde se es menos eficiente. El resultado es un viraje a empleos mejor pagados. Mientras tanto, el nivel de empleo general es determinado por factores macroeconómicos tales como la política monetaria, las regulaciones laborales y el ciclo económico.

Como constancia, luego de la aprobación del TLCAN la economía estadounidense creó millones de nuevos empleos. El empleo civil en la economía de Estados Unidos creció de 120.3 millones en 1993 a 135.1 millones en el 2001, un incremento de casi 2 millones de trabajos por año. La tasa de desempleo cayó constantemente luego de la aprobación del TLCAN, de un promedio del 6.9% en 1993 a por debajo del 4% en el 2000.[3] El desempleo saltó al 6% en el 2002, pero eso fue provocado por la reciente y relativamente moderada recesión del 2001—una recesión causada no por el TLCAN sino por las altas tasas de interés y los precios de la energía, y por la caída del mercado de valores.

Inversión extranjera. A pesar de las predicciones, el TLCAN no provocó ningún éxodo de inversión en manufactura hacia México. La inversión estadounidense en este país sí aumentó luego del TLCAN, junto al comercio, pero dichos flujos son una gota comparado con lo que se invierte domésticamente en Estados Unidos. En los ochos años posteriores a la implementación del TLCAN, de 1994 al 2001, las compañías manufactureras invirtieron un promedio de $2.200 millones al año en compañías mexicanas.[4] Esto representa tan sólo un 1% de los $200.000 millones invertidos en manufactura cada año en la economía doméstica estadounidense.[5]

El pequeño flujo externo de inversión directa en manufactura hacia México ha sido abrumado por el flujo entrante de inversiones similares del resto del mundo—un promedio de $16.000 millones al año desde 1994, la mayor parte proveniente de Europa y Japón.[6] A finales del 2001, el valor de la inversión directa estadounidense en manufactura en México era de $19.700 millones, menos de una décima del valor de la inversión estadounidense en la Europa de altos salarios y estándares.[7]

Manufactura estadounidense. En ninguna otra parte fueron las predicciones sobre el TLCAN más apocalípticas que en el área de la manufactura. H. Ross Perot acusó al tratado de "desindustrializar nuestro país", y el congresista demócrata David Bonior predijo llanamente que el TLCAN "destruirá la industria automotriz."

En los ochos años desde la implementación del TLCAN, dichas predicciones han resultado risibles. Entre 1993 y el 2001, la producción manufacturera en Estados Unidos, medida por la U.S. Federal Reserve Board, aumentó en un tercio. La producción de vehículos y partes motoras creció un 30%.[8] De hecho, en los primeros ochos años del TLCAN, la producción manufacturera en Estados Unidos aumentó en un promedio anual de 3.7%, 50% más rápido que durante los 8 años anteriores al tratado. (Ver gráfico). Por supuesto que este no es un argumento en favor de que el TLCAN fue la causa primordial de la aceleración en la producción manufacturera, pero sí derriba el mito de que el tratado ha causado de alguna manera la "desindustrialización" de Estados Unidos.

 


Fuente: U.S. Federal Reserve Board

El empleo de manufactura ha caído en los últimos años pero el TLCAN no puede ser responsabilizado de ninguna manera por eso. De hecho, el número de estadounidenses empleados en manufactura creció en 706.000 en los primeros cuatro años del tratado, de Enero de 1994 a Enero de 1998.[9] La caída en el número de puestos de trabajo en manufactura desde 1998 no ha sucedido porque los trabajos se hayan ido a México, sino por 1) el colapso de la demanda por las exportaciones estadounidenses debido a la crisis financiera asiática de 1997-98, 2) la desaceleración doméstica en la demanda provocada por la recesión del 2001, y 3) las dramáticas mejoras actuales en la productividad manufacturera—aceleradas por la tecnología de la información y la creciente competencia global-que le ha permitido a las fábricas estadounidenses producir más y mejor con menos trabajadores.

Conclusión

Bajo cualquier punto de vista, el TLCAN ha sido una política pública exitosa en la década desde que fue firmado. Ha profundizado e institucionalizado el viraje de México hacia una modernización y liberalización de su economía y sistema político, ha estimulado el comercio, la inversión y la integración de Estados Unidos y México, y de una forma más modesta ha aumentado la productividad y prosperidad estadounidenses—rebatiendo las críticas que estaban en lo incorrecto diez años atrás, y que continúan igualmente equivocadas hoy en día.

Notas

[1] Ver Bureau of Census, "FT900—U.S. International Trade in Goods and Services: 1993," www.census.gov/foreign-trade/Press-Release/93_press_releases/Final_Revisions_1993; y "U.S. International Trade in Goods and Services—Annual Revision for 2001," www.census.gov/foreign-trade/Press-Release/2001pr/Final_Revisions_2001.

[2] Public Broadcasting System, "Debating Our Destiny: The Third Presidential Debate," NewsHour, 19 de Octubre, 1992, www.pbs.org/newshour/debatingourdestiny/92debates/
3prez2.html

[3] Joint Economic Committee of Congress (JEC), Economic Indicators (Washington: Government Printing Office), Octubre 2002, p. 11.

[4] U.S. Department of Commerce, Bureau of Economic Analysis (BEA) "U.S. Direct Investment Abroad," www.bea.doc.gov/bea/di/di1usdbal.htm.

[5] JEC, p. 11.

[6] BEA, "Foreign Direct Investment in the U.S.," www.bea.doc.gov/bea/di/di1fdibal.
htm.

[7] María Borga y Daniel R. Yorgason, "Direct Investment Position for 2001: Country and Industry Detail," Survey of Current Bussiness (Bureau of Economic Analysis, Julio 2002). Tabla 2.2, p.33.

[8] U.S. Federal Reserve Board, "Industrial Production and Capacity Utilization: Data from January 1986 to Present (Tables 1, 2, and 10), Industrial Production, Seasonally Adjusted," Series B00004, www.federalreserve.gov/releases/g17/table1_2.htm.

[9] En Enero de 1994, 18.155.000 estadounidenses estaban empleados en la manufactura, comparado con 18.861.000 en Enero de 1998. Ver U.S. Bureau of Labor Statistics, "Employment, Hours, and Earnings from the Current Employment Statistics Survey (National), Manufacturing Employment, Seasonally Adjusted," Series EES30000001, data.bls.gov/cgi-bin/ surveymost?ee.

Traducido por Juan Carlos Hidalgo para Cato Institute.