Perú: La construcción del Estado
Jaime de Althaus comenta que en el Perú "Las reformas modernizadoras e instucionalizadoras (carrera magisterial meritocrática, flexibilización laboral para integrar a la formalidad a las mayorías, reforma del sistema de salud, derechos de propiedad en áreas deforestadas, etc.) suelen contar con la oposición de la izquierda".
Por Jaime de Althaus Guarderas [1]
El politólogo Alberto Vergara, en un pequeño y brillante ensayo (Nuestro Liberalismo, Revista Poder), lanza una aguda crítica a nuestros liberales contemporáneos, a quienes imputa haberse quedado anclados en los noventa, en el temor insuperado al Estado o al retorno del Estado populista anterior, cuando lo que necesita el Perú ahora es precisamente construir una institucionalidad estatal que permita reducir la incertidumbre, aplicar la ley y resolver desigualdades.
Tiene razón Vergara en que en algunos casos predomina la actitud defensiva frente a los constantes amagos de restauración populista o mercantilista. Pero no conozco liberal que no haya estado preocupado por la calidad del Estado peruano. Recordemos la propuesta electoral del Movimiento Libertad: un Estado más pequeño pero más fuerte, que deje la producción y se concentre en hacer bien lo que le corresponde: justicia, seguridad, servicios sociales que ayuden a igualar oportunidades, e infraestructura. Y la propuesta de Hernando de Soto para abrir el Estado a las mayorías: simplificación administrativa y regulatoria junto con la formalización de los derechos de propiedad de los pobres.
Las iniciativas para implantar un Estado profesional y meritocrático (weberiano), han venido siempre del lado liberal. En los 90 se institucionalizó la administración de la economía y la regulación de los mercados: las llamadas islas de excelencia, incluyendo los ministerios de Economía y de Energía y Minas. La recuperación económica permitió construir colegios y rehabilitar las postas médicas abandonadas, algunas de las cuales se convirtieron en asociaciones civiles administradas por la comunidad (Comunidades Locales de Administración en Salud), abatidas por el gremio médico respaldado por el congreso en el 2004. El Fondo de Cooperación para el Desarrollo Social (Foncodes) llegó a ser un modelo institucional en el marco del neoclientelismo tecnocrático del régimen. También se impulsó la formalización de la propiedad e incluso una reforma judicial (impuesta) que luego degeneró en oprobioso control político.
Pero en todo lo demás Fujimori era concentrador, personalista y desinstitucionalizador. En los 2000 se optó entonces por descentralizar el Estado. Sin embargo, los mayores recursos transferidos, sin el control de una base ciudadana contribuyente, alimentaron formas patrimonialistas y corruptas. El único remedio ha venido del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF): un programa para dar más presupuesto a las municipalidades que modernicen su gestión y aumenten la recaudación local.
En los últimos años la propuesta de distritos uninominales para aglutinar partidos y enraizar la democracia viene del campo liberal. También, contra la izquierda, la idea de una carrera magisterial meritocrática para conseguir una educación de calidad, la mejor manera de luchar contra la desigualdad. Para no hablar de la propuesta de vales para que los usuarios puedan escoger colegio o establecimiento de salud, concesionándolos, algo que ni se discute.
El presupuesto por resultados, la nueva ley de servicio civil y el propio Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS), que moderniza los programas sociales, se originan en planteamientos recogidos por el MEF, que está exigiendo además que los aumentos salariales en los distintos sectores (educación, salud, militares, policías, jueces) se otorguen como parte de reformas meritocráticas. Si el gobierno es capaz de llevar a cabo todo esto, incluyendo la simplificación administrativa y el shock de gerencia, es posible que el 2013 empecemos a dar el salto a un Estado de otra calidad.
Vergara rescata el “liberalismo intuitivo” de las clases medias peruanas de los años cincuenta y sesenta, que postulaban elecciones libres y reformas sociales liberalizadoras. Y critica que a los liberales actuales que se oponen a que el Estado intervenga en los clubes prohibiendo reglas discriminatorias, por ejemplo.
Las reformas modernizadoras e instucionalizadoras (carrera magisterial meritocrática, flexibilización laboral para integrar a la formalidad a las mayorías, reforma del sistema de salud, derechos de propiedad en áreas deforestadas, etc.) suelen contar con la oposición de la izquierda.
Este artículo fue publicado originalmente en El Comercio (Perú) el 28 de diciembre de 2012.