Ecuador: ¿Quién debe administrar los ahorros de los trabajadores?

Gabriela Calderón de Burgos dice que "Es injusto que, como están las cosas, solo los ricos pueden escapar de las vicisitudes del monopolio del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) complementando su pensión estatal con un plan de ahorro contratado con una aseguradora privada".

Por Gabriela Calderón de Burgos

En la discusión de sistemas para la jubilación conviene aclarar unos puntos básicos para que esta pueda ser productiva. Los sistemas de pensiones que existen alrededor del mundo son principalmente de dos tipos: los sistemas de reparto —los más comunes alrededor del mundo desde que Otto Von Bismarck creó el primero en 1889— y los de capitalización individual —que existen actualmente en 28 países, incluyendo a 9 países latinoamericanos y Suecia.

Los sistemas de reparto son sistemas en los que los beneficios están definidos, pero no financiados. La historia se repite una y otra vez: los políticos prometen beneficios que son gozados por los pensionados actuales y financiados con el dinero de los trabajadores de hoy. Poco tienen que preocuparse de que el día de mañana no tengan como seguir honrando esas promesas pues serán otros políticos los que dirán que el sistema no ha quebrado sino que simplemente hay que “aumentar la edad de jubilación”, “incrementar la tasa de aportes” o “reducir beneficios”.

Los sistemas de capitalización individual, en cambio, son sistemas en los que las contribuciones están definidas, más no los beneficios. En estos sistemas los políticos no pueden tocar un centavo, a menos que decidan confiscar los fondos como sucedió en Argentina en 2008. Este modelo le permite al afiliado la libertad para elegir entre distintas aseguradoras que compiten por obtener sus ahorros. Para ganarse esos ahorros tienen que asegurarle al trabajador la combinación óptima de seguridad y rentabilidad en las inversiones. Aquí se le permite al afiliado migrar de una aseguradora a otra, de un trabajo a otro, o de un portafolio de inversiones a otro, según él decida. Si es joven le convendrá realizar inversiones más agresivas, si es mayor, lo contrario. Lo importante es que tiene la libertad para diseñar su propio plan de inversión. Además, en algunos países que tienen este sistema el trabajador puede optar prolongar o reducir los años que permanecerá dentro de la fuerza laboral, estando consciente de cómo esto impactará su pensión.

Lo moral de este sistema es que los trabajadores no son clientes cautivos de un monopolio estatal para la jubilación. Es injusto que, como están las cosas, solo los ricos pueden escapar de las vicisitudes del monopolio del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) complementando su pensión estatal con un plan de ahorro contratado con una aseguradora privada. Además, no es moral forzar a las trabajadores jóvenes de hoy a pagar por las pensiones de otros, ni es digno que los jubilados actuales reciban una pensión financiada con dinero de otros y cuyo monto tiene escasa relación con lo que ellos aportaron a lo largo de su vida laboral.

Otra diferencia clave es que el sistema de reparto está destinado a la insolvencia, mientras que el de capitalización individual no, generando además jugosos retornos sobre la inversión. En Chile, por ejemplo, entre 1981 y 2012, el sistema de Administradoras de Fondos Privados (AFPs) generó una rentabilidad promedio de 8,6% (por encima de la inflación y a pesar de la Gran Recesión de 2008-2009).1 En este tipo de sistema, la pirámide demográfica y los políticos son irrelevantes, pues cada trabajador financia directamente su pensión. Es un sistema justo, viable a largo plazo y a prueba de políticos que suelen ser alegremente descuidados con el dinero de otros.

Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 20 de marzo de 2014.

Referencias:

1. Errázuriz, Guillermo Arthur. “El sistema de pensiones en Chile a 32 años de su creación”. Presentación preparada para seminario sobre pensiones organizado por Fundación Vidanova Fondo de Pensiones en octubre de 2013.