Eduardo Saverin, él, y no el gobierno de EE.UU., tiene derecho a su riqueza

Doug Bandow considera que Eduardo Saverin, "no el gobierno de EE.UU., tiene derecho a la riqueza que ha obtenido. A medida que más estadounidenses renuncian a su ciudadanía para evitar altos impuestos y severas regulaciones, Washington debería responder aligerando la carga".

Por Doug Bandow

Ante la expectativa de que varias personas se enriquecerían considerablemente con la apertura al mercado de Facebook, uno de ellos, Eduardo Saverin, dejó de ser un ciudadano estadounidense.

Nacido en Brasil, Saverin se mudó a EE.UU. en 1992 y se convirtió en ciudadano estadounidense en 1998. Él poseía originalmente un tercio de las acciones de Facebook, pero fue expulsado de la compañía. La aparente traición de Mark Zuckerberg a Saverin fue dramatizada en la película The Social Network (La red social).

Sin embargo, no le fue tan mal. Terminó siendo el propietario de aproximadamente el 10% de la compañía, parte de la cual vendió para ayudar a financiar algunas empresas jóvenes y un lujoso estilo de vida en Singapur, a donde se mudó en 2009. Se esperaba que con el estreno de Facebook en la bolsa convierta $2.000 millones en $4.000 millones, dependiendo de la cantidad de acciones que aún tenía en su poder.

También está entre los 1.780 estadounidenses que renunciaron a su ciudadanía el año pasado. Eso contrasta con los solo 235 que lo hicieron en 2008. Timothy Burns, un abogado especialista en materia tributaria en Hong Kong, explicó: "Hace quince o veinte años había un gran apuro en asegurarse de que los niños adquirieran la ciudadanía estadounidense, para el ingreso a las escuelas estadounidenses por ejemplo. Ahora estamos viendo precisamente lo opuesto".

El portavoz de Saverin, Tom Goodman, explicó de manera insulsa: "Eduardo recientemente determinó que es más práctico convertirse en residente de Singapur, dado que planea vivir allí por un período indefinido". Pero eso solamente explica por qué Saverin vive en Singapur, no por qué renunció a su ciudadanía estadounidense. La muy probable razón de su renuncia podrían ser los impuestos. A pesar de que Washington aún todavía cobra impuestos sobre las ganancias de capital no realizadas aún —mi colega Dan Mitchell comparó esto con el “impuesto de salida” que los alemanes nazis y los comunistas soviéticos le cobraban a los judíos que emigraban— el valor estimado de su fortuna antes del estreno de Facebook en la bolsa era considerablemente menor de lo que se esperaba que este sea después.

Una menor cantidad de personas podría estar buscando obtener la ciudadanía estadounidense. El abogado especialista en derecho tributario internacional Andrew Mitchel afirmó: "Mi consejo para, por ejemplo, un pequeño empresario en el extranjero sería que reconsidere adquirir la ciudadanía estadounidense". Desde su perspectiva no vale la pena las molestias: "Muchas de estas personas no tienen en cuenta lo que esto significa para sus negocios hasta que comienzan a lidiar con el Servicio de Impuestos Internos (IRS, por sus siglas en inglés)".

Por supuesto, muchos van a reflexionar profundamente antes de renunciar a la ciudadanía estadounidense. Como mi amigo Bruce Bartlett señala, dicha decisión es compleja, y "mientras no hay duda de que algunas personas migran solamente por impuestos, el numero es pequeño incluso si no involucra una pérdida de la ciudadanía".  De hecho, el número de estadounidenses que renunciaron a su ciudadanía disminuyó de 2005 a 2008 antes de aumentar considerablemente. Varios estudios descartan las tasas tributarias como un factor decisivo para que más personas se trasladen.

Sin embargo, los economistas Arthur Laffer y Stephen Moore del Wall Street Journal observaron la migración entre los estados de EE.UU. y concluyeron: “Docenas de estudios académicos—viejos y nuevos—han encontrado evidencia estadística clara e irrefutable de que los impuestos altos a nivel de estado y locales ahuyentan a los empleos y a las empresas”.

Además, Mitchell señaló, hay “mucha evidencia de que los contribuyentes escapan de países controlados por políticos que se vuelven demasiado ambiciosos”. De hecho, el nuevo presidente de Francia, Francois Hollande, ha propuesto elevar la tasa tributaria más alta a 75%, desatando el interés entre aquellos de ingresos altos de mudarse a otro lugar en Europa, incluso a Gran Bretaña. La ironía es que hace pocos años la tasa tributaria más alta en Gran Bretaña, desde ese entonces reducida, ahuyentó a los empresarios ricos hacia Francia o las Islas del Canal, las cuales servían como refugios tributarios.

Mientras más ricas son las personas, más importante será el papel que juegan los incentivos económicos en provocar que se muden al extranjero. Richard Weisman, gerente de la práctica tributaria de Baker & McKenzie dijo: “El costo tributario, la complejidad y las trampas para los inadvertidos están entre las consideraciones”.

Por ejemplo, EE.UU. es el único país que tributa sobre la compensación mundial. Otras naciones se limitan a cobrar una porción del dinero ganado dentro de sus fronteras. La tasa corporativa de EE.UU. también es el más alto del mundo. Las tasas tributarias sobre el ingreso, los dividendos y las ganancias de capital aumentarán el próximo año si las reducciones de la era de Bush no son extendidas. Si los congresos y presidentes continúan con las políticas de endeudamiento y gasto de hoy, grandes aumentos de impuestos en el futuro son inevitables.

Además de esto, Washington se ha embarcado en una costosa cruzada alrededor del mundo para combatir la evasión tributaria en EE.UU. Un cálculo es que los individuos y empresas utilizan “refugios tributarios” para privar a Washington de alrededor de $100.000 millones al año. Eso es una cantidad considerable de dinero, pero todavía no es mucho comparado con el déficit estimado de este año de $1,2 billones.

Sin embargo, cualquier aumento en la recaudación es visto como una mejor opción que —¡Dios nos libre!— recortar el gasto público. Así que el gobierno de EE.UU. no ha permitido que la privacidad financiera, el secreto bancario o la soberanía extranjera sean obstáculos en su campaña por obtener más dinero de los ciudadanos estadounidenses. La mal llamada "Ley Patriota" estableció requisitos legales que castigan en el extranjero a los ciudadanos estadounidenses que respetan la ley, en nombre de la lucha contra el terrorismo. Washington promulgó entonces una serie de detalladas normas sobre la presentación de informes de cuentas en bancos extranjeros para detectar activos ocultos. El abogado tributario Phil Hodgen explicó: "Este sistema es ampliamente percibido como demasiado complejo, con múltiples oportunidades para errores accidentales y con penas severas por fallas involuntarias".

El último esfuerzo del Tío Sam es la Ley de Cumplimiento de Impuestos sobre las Cuentas Extranjeras (FATCA, por sus siglas en inglés), que entrará en vigencia el primero de enero próximo. FATCA impone obligaciones sobre las instituciones financieras en el extranjero de informar cuando tratan con un ciudadano estadounidense. Esto convierte a las firmas extranjeras en agentes del IRS, imponiendo costos de cumplimiento y creando riesgos legales. "Es demasiado compleja, demasiado difícil", explicó Renato de Guzmán, CEO del Banco de Singapur. Weisman se quejó de que "EE.UU. está tercerizando una función de cumplimiento de impuestos que es enormemente costosa". Como resultado, el Banco de Singapur, DBS Group Holdings Ltd., Deutsche Bank AG y HSBC Holdings PLC han comenzado a alejarse de los negocios con estadounidenses. ABN Amro Bank, BNP Paribas y Credit Suisse dicen que están estudiando el tema.

En Singapur —donde Saverin está ubicado— rechazar a los clientes estadounidenses es "una actitud predominante", observó de Guzmán. "Yo no abro cuentas a estadounidenses, punto", dijo Su Shan Tan de DBS, el mayor prestamista del sudeste asiático. "Tenemos suficientes negocios en Asia, por lo que no queremos hacer nuestra vida muy difícil", admitió de Guzmán. Matthew Ledvina, un abogado tributario estadounidense radicado en Suiza, explicó: "Es demasiado riesgoso hacer negocios con los estadounidenses en el extranjero". Al reducir las oportunidades de inversión y préstamos en un mundo cada vez más globalizado, Washington está castigando a los estadounidenses más adinerados y emprendedores. Donde no operen bancos estadounidenses, los ciudadanos estadounidenses podrían descubrir que algunos servicios financieros simplemente no están disponibles para ellos. Como lo advirtió Marylouise Serrato, directora ejecutiva de Ciudadanos Estadounidenses en el Extranjero (ACA, por sus siglas en inglés), "A los estadounidenses no se les permitirá el ingreso a sociedades internacionales y serán reemplazados por extranjeros que no tendrán estas limitaciones". "Nos hemos convertido en ciudadanos tóxicos", afirma Andy Sundberg, de la Overseas American Academy en Ginebra.

En conjunto, los impuestos y las regulaciones constituyen una poderosa razón para dejar EE.UU. tanto legal como físicamente. Brian Knowlton del New York Times escribió que "En medio de la creciente frustración por los problemas bancarios y fiscales, un pequeño pero creciente número de estadounidenses en el extranjero están tomando la vía de renunciar a su ciudadanía".

Un empresario de Ohio radicado en Suiza dijo al Wall Street Journal que "el impuesto es solo una pequeña parte del problema. Es el ambiente regulatorio en general".

Lo que antes era impensable ahora es una opción. Giles Broom de Bloomberg informó: "Rechazados por los bancos suizos y alemanes, y de cara a severas normas sobre sus activos bajo la nueva ley [FATCO], más de aproximadamente 6 millones de estadounidenses viviendo en el extranjero están sopesando el costo de mantener un pasaporte de EE.UU.". Jacki Bugnion, también de ACA: "Antes, nadie se atrevería a mencionar a otros estadounidenses que estaban siquiera considerando renunciar a su ciudadanía estadounidense. Ahora, es un tema discutido abiertamente". Le preocupa que "ahora estamos viendo solo la punta del iceberg".

Por supuesto que aquellos que sacrifican su ciudadanía a menudo son vistos como codiciosos traidores fiscales o un Judas económico. Hablando de empresas que se han reincorporado en el extranjero, el senador Charles Grassley (republicano de Iowa) declaró: "Estas expatriaciones no son ilegales, pero definitivamente son inmorales". Después de todo, ¿Qué tipo de persona o empresa antepondría el dinero, ante el ser estadounidense?

No obstante, como Mitchell dijo, "atacar a quienes expatrian es la versión fiscal de culpar a la víctima". Ser estadounidense es algo maravilloso. Pero eso se debe a lo que EE.UU. es, o, al menos, a lo que se supone que es: La tierra proverbial de los libres y el hogar de los valientes, que protege la vida, la libertad y la propiedad, proporciona oportunidades y valora el espíritu empresarial.

Si EE.UU. deja de ser estas cosas, entonces pierde su derecho de demandar lealtad de sus ciudadanos.

EE.UU. ha proporcionado un terreno fértil en el que Eduardo Saverin y otros pudieron hacerse ricos. A cambio, sus creaciones, como Facebook, han generado enormes beneficios para los estadounidenses. El hecho de que estas personas se hayan aprovechado de las oportunidades rentables en EE.UU. no significa que deban un tributo adicional a los gobiernos estadounidenses, especialmente a Washington.

Sí, los gobiernos locales proveen servicios, incluyendo la protección policial. Los tribunales estatales velan por el cumplimiento de los contratos. El gobierno federal impide los ataques de enemigos extranjeros. Pero estas tareas esenciales podrían proveerse con una fracción del costo actual. El gobierno hace hoy en día lo mismo para impedir el crecimiento económico que para promoverlo.

Por ejemplo, la educación pública fracasa en preparar a muchos estudiantes para trabajar en una economía global. Las regulaciones económicas, sociales y demás, son innecesariamente complejas y costosas. Las leyes y reglamentos a menudo se imponen para favorecer a influyentes intereses económicos, incluidos los competidores. La política comercial se trata tanto de interrumpir y controlar el comercio como de promoverlo. El éxito, como en el caso de Microsoft, a veces resulta en una visita de los abogados federales de anti monopolio.

Y luego están los impuestos.

Sin embargo, el caso de mantener la ciudadanía sería más convincente si las extracciones del gobierno fuesen bien gastadas. El multimillonario Mark Cuban afirmó el otoño pasado que "lo más patriótico que se puede hacer" es "trabajar hasta el cansancio y hacerse rico. Hacer muchísimo dinero. Pagar los impuestos". Pero eso tiene poco sentido cuando el sistema político se ha convertido en un saqueo organizado.

La forma en que los impuestos son (mal) utilizados es olvidada convenientemente por aquellos que hacen campaña para exprimir lo mayor posible a los productores, especialmente los "ricos". Por ejemplo, William B. Barker de la Escuela de Derecho Dickinson de Penn State, se quejó sobre la "ideología de libertad" y "la perspectiva moral que apoya el derecho a evadir el deber de pagar una cantidad justa de impuestos". El senador Grassley insistió que "todos deberían estar uniendo esfuerzos. Si las empresas no tienen el corazón en EE.UU., deberían salir". Hace décadas el Secretario del Tesoro del New Deal, Henry Morgenthau Jr., opinó que "demasiados ciudadanos quieren la civilización con descuento".

Sin embargo, los que más claman por la justicia y el bien público usualmente son los participantes más avaros y menos civilizado participantes del proceso político. En lugar de asegurar que el gobierno haga bien las pocas cosas que le corresponden, los políticos derrochadores constantemente tratan de expandir el poder estatal. Los legisladores derrochan enormes cantidades del ingreso de de cada contribuyente para recompensar a quienes respaldaron su campaña, ganar el apoyo de los electores, enriquecer intereses particulares, aumentar su influencia política, expandir su poder personal y a veces incluso recibir pagos, trabajos y otros beneficios a cambio. La codicia real no es buscar la forma de conservar la mayor parte del dinero que uno se ha ganado, sino exigir el derecho a regalar el dinero que otros han ganado.

De hecho, la mayor parte del gasto federal consiste en redistribuir riqueza y no hacia los pobres. Los más grandes programas de bienestar son para la clase media —la Seguridad Social y Medicare. A pesar de que ambos fueron vendidos como un "seguro social", en realidad son sistemas de transferencia intergeneracional y operan como el infame esquema de Ponzi, pagando a los beneficiarios con el dinero recaudado de los trabajadores actuales.

Los estadounidenses acaudalados también reciben una larga lista de subsidios: para las empresas, para la educación y la vivienda. El generoso apoyo de Washington para los compradores de vivienda fue una importante causa de la crisis financiera del 2008. Por otra parte, el presupuesto está lleno de ayudas para las corporaciones: Todo tipo de subvenciones, préstamos, garantías de préstamos, seguros de crédito y otros subsidios para las empresas, grandes y pequeñas por igual. ¿Necesita dinero para comenzar su negocio? ¿Crédito barato? ¿Publicidad gratis? Solo debe ir a Washington.

El presupuesto de "defensa" hace más para proteger a las demás naciones que a EE.UU. El país avala una amplia estructura internacional de bases y múltiples despliegues de tropas en el extranjero. Aún así, el 11 de septiembre de 2001 el Departamento de Defensa fue incapaz de defender a EE.UU. Así que el Congreso creó el Departamento de Seguridad Nacional para que se dedique a una defensa real. Una década más tarde el Pentágono continúa dedicando la mayor parte de sus recursos a subvencionar a sus aliados ricos a lo largo de Asia y Europa, a reconstruir estados fallidos del Tercer Mundo a un enorme costo y, finalmente, enriqueciendo el famoso "complejo militar-industrial" de Dwight D. Eisenhower.

Desafortunadamente, la intención de los políticos de obtener más dinero de la población nunca se detiene. El año pasado, la senadora Barbara Boxer (demócrata de California) impulsó una ley para negar o revocar el pasaporte de las personas que estuvieran atrasadas en el pago de sus impuestos. La propuesta ni siquiera exige cargos formales de evasión fiscal. Solo el reclamo del gobierno por el dinero adeudado. Ella quiere que EE.UU. se convierta como el famoso Hotel California de The Eagles: Puedes hacer “check out” cada vez que quieras, ¡pero nunca te puedes ir!

De hecho, los estadounidenses tienen todo el derecho a evitar (lo que es diferente a evadir) impuestos. Como el juez Learned Hand, quien sirvió en la corte federal de apelaciones, redactó en una sentencia de 1934: "Cualquier persona puede organizar sus negocios de forma tal que sus impuestos sean lo más bajos posible, nadie está obligado a elegir el modelo que mejor pague al Tesoro. No hay ni siquiera un deber patriótico de incrementar los impuestos propios. Una y otra vez los tribunales han dicho que no hay nada siniestro en organizar los negocios  de forma tal que los impuestos se mantengan lo más bajos posibles". Ciertamente, los estadounidenses tienen el deber patriótico de reducir la cantidad de dinero que los políticos son capaces de apropiarse y mal utilizar.

Eduardo Saverin podría no estar gastando sabiamente su dinero —es probable que descubra cuán leales son sus "amigos" si alguna vez se queda sin dinero. Pero él, no el gobierno de EE.UU., tiene derecho a la riqueza que ha obtenido. A medida que más estadounidenses renuncian a su ciudadanía para evitar altos impuestos y severas regulaciones, Washington debería responder aligerando la carga. EE.UU. es un lugar donde vale la pena vivir por lo que es, no por lo que el gobierno hace.

Este artículo fue publicado originalmente en Forbes el 14 de mayo de 2012.