Hipocresías trilaterales

Roberto Salinas León señala que en las relaciones entre Canadá, EE.UU. y México abunda la falta de sentido común para resolver problemas que afectan a todos los socios comerciales por igual: la falta de integración, sobre todo en el mercado laboral.

Por Roberto Salinas-León

Un observador ha, pues bien, observado, que la relación trilateral de los socios comerciales norteamericanos se ha estancado en “hipocresías”, y en “nacionalismos pedestres”. Bien dicho.

La última reunión trilateral es muestra, nuevamente, de estas hipocresías; y no existen mayores de estas que en el tema migratorio, donde parecería que desarrollar un marco migratorio común sería, únicamente, para hacerle el favor a los mexicanos.

Hay tres consideraciones que los argumentos anti-inmigración (siendo mucho más viscerales que lógicos) ignoran por completo:

1. Las fuerzas de integración regional (lo que se llegó a llamar “regionalismo”) en el marco de la relación comercial norteamericana son inevitables. El comercio exterior con los vecinos del norte, aun con crisis, aproxima 400 mil millones de dólares. En el tiempo, la integración de bienes y servicios tenderá a incluir y “adaptar” otros factores de producción. Esto ya sucede con el factor capital, y por lo menos en la zona fronteriza, con el factor trabajo. Son fuerzas inerciales, o espontáneas, que tienden hacia la integración. Cuando los políticos hablan de “revisar” el TLC, o peor, construir barreras físicas a la migración, ignoran que ello equivale al voluntarismo de que se puede acabar con cadenas productivas que ya existen desde Anchorage hasta Tuxtla Gutiérrez.

2. La demanda laboral por servicios básicos, más las disparidades salariales, junto con el envejecimiento de la pirámide poblacional estadounidense, implica una inercia económica hacia una demanda permanente de mano de obra mexicana (legal o ilegal), que ninguna barrera o muro podrá parar. Al contrario, elevará el costo de transacción para la inmigración, como lo ha hecho la visa canadiense, pero no acabará con los flujos migratorios.

3. Finalmente, existe la bomba de tiempo fiscal estadounidense, ahora agravada por los nuevos paquetes de estímulo. La generación de “baby boomers” cumple la edad de retiro el año entrante. La única forma viable de financiar esta nueva contingencia es por medio de la “legalización” de nuevos inmigrantes, que se conviertan en contribuyentes fiscales.

Vaya, la relación trilateral debería de partir del sentido común: “dando y dando”; pero esto tendrá que ser para otra ocasión.

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