EE.UU.: El culto a la presidencia

Angel Soto reseña aquí The Cult of the Presidency, libro recientemente publicado por el editor principal del Cato Institute, Gene Healy.

Por Ángel Soto

A escasos días de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, y con una incógnita acerca de quién será el próximo residente de la Casa Blanca es interesante preguntarse acerca del verdadero culto a la presidencia y la peligrosa devoción norteamericana al Poder Ejecutivo.

Gene Healy, senior editor de Cato Institute, señala que el problema del excesivo poder presidencialista no está en los líderes, sino en que los votantes norteamericanos delegan en el Presidente de la República una infinidad de responsabilidades que incrementan enormemente su poder. El elegido no sólo es el responsable de la administración política del Estado y sus relaciones internacionales, sino que es el responsable de hacer crecer la economía, de educar a sus hijos, brindar seguridad protegiendo del terrorismo, y ser un ejemplo de vida para la sociedad norteamericana, encarnando todos los valores de una especie de "Ángel de la guarda", "Gran Chamán" o "Guardián Supremo de la Tierra" cuyo objetivo es proteger a "América de las fuerzas del mal".

Este exceso de poder se manifiesta desde el momento en que los candidatos hacen uso de los discursos de campaña, instrumentalizando retóricamente sus mensajes, no sólo proponiendo soluciones a los problemas públicos, sino que adornados con frases cargadas de sentimentalismos que apelan a la familia, al esfuerzo, a la grandeza del pueblo americano, a sus creencias (muchas religiosas), a sus sueños y esperanzas. El líder sería el responsable de cumplir el american dream, pues se espera de él no sólo la solución a sus grandes problemas sino también a los pequeños.

Líder mundial, protector de la paz, principal legislador, manager de la prosperidad y voz del pueblo, son algunos de los roles que el público demanda de su principal autoridad, atribuyendo en él las virtudes del "héroe político", como si éste existiera.

Actitud que —al hacerla más terrenal— deja entrever una relación esquizofrénica o hipócrita entre ambas partes, según el punto de vista, pues al mismo tiempo que el ciudadano le exige a su líder cumplir con sus esperanzas, la mayoría de las veces desconfía y condena la excesiva concentración de poder que tiene el Ejecutivo, cuya responsabilidad es casi ilimitada. "We dont't trust the president". "But we demand that he fill our every need".

¿Será el costo para ser la primera potencia del mundo? No está en este libro la respuesta.

Sin embargo, hay una pequeña esperanza para quienes desean limitar ese excesivo poder presidencial. En el último tiempo, los ciudadanos norteamericanos han asumido una visión más crítica respecto del papel de sus líderes y una mayor responsabilidad individual respecto a quien debe dar satisfacción a sus sueños: el individuo. Esta actitud más crítica ha quedado plasmada en pequeñas muestras como por ejemplo la interpretación que dan a la presidencia en películas, series de televisión y talk shows, donde se ha pasado desde la era de un Presidente héroe "cuasi perfecto" a otra en donde el Jefe de Estado también puede equivocarse y por eso su poder no debe ser total.

El culto a la Presidencia necesita ser enrielado. Su poder debiera estar más controlado y supervisado, especialmente en épocas de guerra o durante los conflictos internacionales, donde debería estar bajo la mirada más atenta del Congreso y el Poder Judicial. Es fundamental que en Estados Unidos se vuelva a un equilibrio de poderes, ya que sólo así la Presidencia desempeñará el verdadero papel que la Constitución le asigna.

El presidencialismo de Estados Unidos es una excepción. La mayoría de los países desarrollados, desde el término de la Segunda Guerra Mundial son parlamentaristas, pues entienden que no es buena la concentración excesiva de poder en el Ejecutivo, que estos regímenes son más estables y representan mejor la diversidad de las sociedades democráticas. Es de esperar que la peligrosa devoción americana por el Imperialismo Presidencial si no esté terminando, al menos comience su retirada. ¿Contribuirá a ello su futuro presidente? El tiempo lo dirá.

Frase destacada: "La campaña presidencial de 2008 ofrece amplias razones para el pesimismo. No obstante, las tendencias de las últimas cuatro décadas entregan razones esperanzadoras en relación a que el culto a la presidencia es un culto agonizante (o al menos en retroceso)".

Se lo recomiendo a: quienes creen que la discusión presidencialismo - parlamentarismo es un mero ejercicio académico.

Esta reseña fue originalmente publicada en la revista Qué Pasa (Chile) en octubre de 2008.