El costo del intelectualismo barato

Por Manuel Hinds

Mire la gráfica adjunta y siéntase triste por lo que está pasando en Latinoamérica. La gráfica compara los ingresos por habitante de las distintas regiones de los países en desarrollo, expresados como porcentaje de los ingresos por habitante de los países desarrollados, de 1975 a 2005. Note que de las seis regiones hay tres que tienen curvas que van hacia arriba (lo que indica que sus ingresos están mejorando en comparación con los de los países desarrollados) y hay tres que van hacia abajo (que indica lo contrario). Las regiones que están mejorando son Asia Oriental y Pacífico (China, Malasia, Indonesia, etc.); Asia del Sur (India, Pakistán, Sri-Lanka); y, recientemente, después de una caída brutal, Europa Oriental y Asia Central. Las regiones que están perdiendo su competencia con los países desarrollados son América Latina, el Medio Oriente y el Norte de África, y África al sur del Sahara. Es triste ver que Latinoamérica, que era en 1975 la región con más ingreso por habitante, y la que se esperaba que se desarrollara más rápidamente, vio caer su ingreso por habitante de 35% a 26% del ingreso de los países desarrollados en los últimos 30 años. En ese período, el ingreso por habitante de Asia Oriental creció de 5% a casi 20% del de los países desarrollados, y el de Asia del Sur de 7% a 10%. Si estas tendencias siguen así, en unas dos o tres generaciones sólo habrán tres regiones subdesarrolladas en el mundo: Latinoamérica, el Medio Oriente y África.


FUENTE: World Development Indicators, Banco Mundial.

¿Qué es lo que hace la diferencia entre los que crecen y los que caen? En esencia, la bayuncada intelectual que domina a las regiones que están retrocediendo. Latinoamérica, como las otras dos regiones perdedoras, se ha quedado trabada en un intelectualismo barato basado en las ideas estériles del pasado—culpando a las regiones exitosas por los fracasos propios; prefiriendo la envidia y el odio a la emulación positiva de lo que les ha dado el éxito a los otros; creyendo que el progreso se logra aislándose del mundo externo y protegiéndose de éste; dando a la envidia el puesto preponderante entre las motivaciones del actuar político y económico.

Las regiones exitosas están teniendo éxito porque en vez de rezongar contra la globalización están integrando sus economías a las cadenas internacionales de producción; porque en vez de culpar a los países desarrollados por el subdesarrollo propio están exportándoles bienes y servicios a estos países; porque en vez de hundirse en la mediocridad del negativismo, han tomado la responsabilidad de sus propios destinos, sin esperar limosnas de gobiernos propios o extranjeros. En el Asia exitosa, el héroe popular, el modelo a emular, es el empresario exitoso, el científico que descubre cosas útiles y las adapta a la producción, el ingeniero que da vida a obras eficientes, el artista que da nombre y alma al país. En Latinoamérica el héroe todavía es el gobernante que da expresión a las envidias populares. Estos incluyen a presidentes que no pagan las deudas de sus países, promueven la coca e insultan vulgarmente a los países poderosos. Incluyen a Chávez que tiene plata para promoverse sólo porque se apropia de los ingresos que Venezuela tiene no por eficiencia sino por un accidente del destino—su petróleo. Parafraseando el dicho tan popular, uno puede decir "Dime a quién admiras y te diré quién eres y hacia adonde vas¨. Si estas actitudes siguen dominando a Latinoamérica, no es difícil predecir que vamos a seguir declinando, y que seremos subdesarrollados por mucho tiempo después de que Asia se haya desarrollado plenamente.

Este artículo fue publicado originalmente en El Diario de Hoy (El Salvador) el 20 de octubre de 2006.