Especulando con los precios

Por Richard W. Rahn

Mark Twain decía, con sarcasmo, que “el Congreso es la única clase autóctona de delincuentes en América”. Recientemente recordé la frase de Twain, cuando el Congreso promulgó una ley contra la especulación en el precio de la gasolina, sin definir el término más allá de referirse a “precios no razonables”.

Los precios suelen aumentar cuando la demanda crece más que la oferta, que es exactamente lo que pasa con la gasolina. El precio de la gasolina depende del precio mundial de su materia prima, el petróleo, y de la capacidad y costo de su refinación. Entonces, ¿por qué no hay más capacidad de refinación?

Hágase la siguiente pregunta: ¿acaso usted invertiría en una nueva refinería sabiendo que la producción petrolera nacional seguirá bajando debido a que el Congreso ha prohibido la explotación en el norte de Alaska y en casi todas las costas del país? Además, el Congreso ha hecho prácticamente imposible la construcción de nuevas refinerías con sus excesivas restricciones ambientales.

Por otra parte, el Congreso ha decidido subsidiar la producción de otras fuentes de energía, como el etanol y cuando suben los precios a niveles que permitirían recuperar la inversión de miles de millones en una nueva refinería, entonces el Congreso amenaza con la cárcel si usted cobra precios de mercado. Además, sabemos que la tecnología de las baterías avanza y en un par de décadas la mayoría de los vehículos utilizarán electricidad en lugar de gasolina.

En las últimas dos décadas, los precios en general se han doblado debido a la inflación, la cual es causada por el gobierno, específicamente por la Reserva Federal específicamente, que es el Banco Central de Estados Unidos. Sin embargo, muchos precios han bajado en términos reales: la mayoría de los alimentos y de la ropa cuesta menos hoy que hace 20 años, gracias a que la competencia ha mejorado la eficiencia. Hasta los automóviles han bajado de precio en términos reales, si tomamos en cuenta su mayor calidad, seguridad y confiabilidad.

Y donde los precios han aumentado más rápidamente que la inflación, siempre conseguimos la pesada mano del gobierno, debido a que aún ajustando la inflación, los gastos del gobierno han aumentado 60 por ciento desde 1984, los impuestos 57 por ciento, el gasto gubernamental en educación 150 por ciento y los salarios de los miembros del Congreso en 17 por ciento.

Si el gobierno operara tan eficientemente como el sector privado de Estados Unidos, no hubieran aumentado los impuestos, que ahora son más de 8.000 dólares por persona al año o 32.000 dólares para una familia de cuatro.

¿Acaso la educación pública ha mejorado 150 por ciento? Nadie lo cree.

Si analizamos las áreas donde se han disparado los precios, como la educación, la salud y el transporte público, encontramos siempre la ineficiente y corrupta mano del gobierno.

La industria petrolera es competitiva a nivel mundial, pero abundan las manipulaciones de los gobiernos, como es el caso de la OPEP. El Congreso de Estados Unidos ha sido cómplice de la OPEP en reducir artificialmente la oferta de gasolina, por lo que si quiere buscar a los culpables que se mire en el espejo.

Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
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