La experiencia de Estados Unidos en Colombia es un modelo terrible para abordar el problema con el fentanilo

Justin Logan dice que lejos de ser un modelo a seguir como dicen varios candidatos republicanos a la presidencia, la experiencia de Estados Unidos en Colombia es una advertencia en contra de una aventura similar en México.

Por Justin Logan

El viernes por la tarde, Daniel Raisbeck y yo publicamos un extenso artículo en la revista Foreign Policy en el que echamos un jarro de agua fría a la idea de utilizar el ejército estadounidense para combatir el fentanilo.

El artículo responde al creciente coro de llamamientos entre los candidatos presidenciales del Partido Republicano –los tres primeros candidatos en las encuestas han respaldado el uso del ejército estadounidense contra los cárteles mexicanos–, así como a la reciente declaración del representante Dan Crenshaw, presidente de un nuevo Grupo de Trabajo del Congreso para Combatir los Cárteles de la Droga Mexicanos.

Crenshaw, que fue asistió al colegio en Colombia, anunció que "Colombia es el modelo" de lo que deberíamos hacer en México. En opinión de Crenshaw:

"Tenemos que averiguar de alguna manera diplomática cómo hacer que esto sea idea de México. Que pidan nuestro apoyo militar, como apoyo aéreo cercano, como un helicóptero de combate AC-130 sobrevolando mientras persiguen un objetivo y están rodeados de sicarios".

military, border

Crenshaw tiene razón en que sería un gran cambio que el gobierno mexicano solicitara apoyo aéreo cercano del ejército estadounidense en sus propias operaciones antidrogas. Pero no hay indicios de que se vaya a producir ese cambio político, ni siquiera en el horizonte.

Como Daniel y yo señalamos, el mayor problema con la analogía de Colombia es que Estados Unidos se involucró inicialmente en Colombia debido a los enormes flujos de cocaína que llegaban a Estados Unidos desde Colombia. Pero nuestra implicación no hizo absolutamente nada para reducir esos flujos de cocaína hacia Estados Unidos:

"... los precios de la cocaína en Estados Unidos disminuyeron sistemáticamente en la década de 1980, y luego se mantuvieron relativamente estables a lo largo de la década de 1990. La idea de atacar la oferta de drogas en su origen se basa en la idea de que la interdicción reducirá la disponibilidad y hará subir los precios, limitando el consumo y las consecuencias negativas en casa. Si el precio ni siquiera aumenta, es una prueba positiva de que un modelo basado en la oferta no funciona".

No tiene que fiarse de nuestra palabra: puede comprobar los propios datos de la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas de Estados Unidos (el gráfico de abajo muestra el precio previsto de un gramo puro en función de las distintas cantidades compradas) de un estudio de 2008:


Este gráfico puede ser muchas cosas, pero no es una historia de "la política antidroga de EE.UU. en Colombia funcionó".

Daniel aportó una gran cantidad de detalles sobre los progresos realizados por Colombia con la ayuda de Estados Unidos –Crenshaw tiene razón al decir que Colombia no sufre el grado de violencia de la guerra contra las drogas que tenía en 1993. Pero su tasa de homicidios es aproximadamente equivalente a la de México en la actualidad, lo que es tanto una señal de alarma sobre México como un consuelo sobre Colombia. Y en este último país se dan hoy algunas tendencias alarmantes:

"Según el Comité Internacional de la Cruz Roja, en Colombia tienen lugar actualmente siete conflictos armados diferentes (un aumento respecto a los seis que había en 2022)..... Aunque cada uno de los actores armados no oficiales participa en la minería ilegal, la extorsión y otras actividades delictivas, su principal fuente de financiación –y la principal fuente de los conflictos entre ellos es el tráfico de cocaína. La principal diferencia entre la situación actual y la de los años noventa es que ningún grupo disfruta de un monopolio sobre el tráfico de drogas mientras libra una guerra sin cuartel contra el Estado, como hacían entonces las FARC. En su lugar, una multitud de actores armados luchan tanto contra el Estado como entre sí por las zonas estratégicas de cultivo de coca y las rutas de exportación".

El artículo de Foreign Policy plantea otras realidades enojosas, como hasta qué punto el fentanilo es aún más difícil de interceptar que la cocaína y cómo la participación militar de Estados Unidos probablemente profundizaría la actual militarización de México.

Pero como Crenshaw invocó la serie Narcos de Netflix como una autoridad para su historia sobre Colombia, mencionamos el sombrío comienzo de la serie Narcos posterior, ambientada en México, como una nota de advertencia sobre volverse demasiado teatral, algo que el congresista ha hecho antes. Nuestro artículo concluye:

"El primer episodio [de la serie de México] establece la escena con bastante claridad, con el agente de la DEA Walt Breslin gruñendo sobre un corte empalmado de clips sombríos de la guerra contra las drogas:

'Voy a contarles una historia, pero seré sincero: no tiene un final feliz. De hecho, no tiene ningún final. ... Se trata de ... una guerra. ... Una guerra contra las drogas. Del tipo que es fácil olvidar que está ocurriendo, hasta que te das cuenta de que en los últimos 30 años en México ha matado a medio millón de personas –y contando. ... No puedo decirte cómo termina la guerra contra las drogas. Hombre, ni siquiera puedo decirte si termina'".

Crenshaw y los principales candidatos republicanos a la presidencia quieren que usted crea que tienen un plan sobre cómo termina la guerra contra las drogas en México.

Pregúntese usted mismo: ¿Deberías creerles?

Por favor, lea nuestro artículo.