Argentina en el fondo y sin fondo

Armando Ribas considera que la política oficial del gobierno argentino se basa en aumentar los impuestos y las retenciones a las exportaciones, ignorando que existe una correlación inversa entre el nivel del gasto público y la tasa del crecimiento económico.

Por Armando Ribas

Todo parece indicar que la política oficial se basa en dos supuestos. En primer lugar el gobierno en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional insiste en reducir o limitar el déficit fiscal. Consecuentemente, el acuerdo propone un saldo primario en el 2019. A tal efecto, la política a seguir se basa fundamentalmente en aumentar los impuestos, imponer reteciones a las exportaciones y un aumento del impuesto al patrimonio.

Afortunadamente Mauricio Macri decidió eliminar las retenciones a las exportaciones y esa decisión ha tenido un efecto positivo en la productividad agropecuaria. El impuesto al patrimonio que se entiende es el impuesto a las ganancias habrá de tener un efecto negativo. Recordemos a Laffer quien propuso que la rebaja de los impuestos determinaba un aumento en la recaudación. Esto es lo que se conoce como “La Curva de Laffer”. Como ya he dicho en anteriores oportunidades, cuando la inflación supera el 40% y no se permite la revaluación de los activos, la tasa del impuesto a las ganancias supera el 50%. Es decir, se paga impuesto por ganancias que no se tienen.

El acuerdo también propone una disminución del gasto mediante la reducción de los subsidios energéticos, la contención del gasto de capital y la mejora del régimen de co-participación. La primera propuesta puede que sea positiva, pero a mi juicio uno de lo factores de la elevación del gasto ha sido el incremento de los empleados públicos en actividades que no tienen efecto positivo sobre la economía nacional. Con respecto al acuerdo con las provincias, lo que aparentemente está pendiente no es la rebaja del gasto sino quién lo paga.

Ya he advertido que existe una correlación inversa entre el nivel del gasto público y la tasa de crecimiento económico. Este hecho lo hemos percibido en el 2018 y parece ser la tendencia del 2019. Según el informe de FIEL, la producción industrial en el primer trimestre del año cayó un 8,7% respecto a igual período del año pasado. Por su parte el FMI estima que el PBI en el año caerá en un 1,2% respecto al 2018. La última información correspondiente al PBI en el primer mes del año muestra una caída del 5,6 respecto a igual mes del año pasado, por tanto podemos considerar que se mantiene la tendencia recesiva de la economía argentina.

Al respecto de la  contradicción a la que me he referido la podemos ver en la Unión Europea que el aumento del gasto a partir del 2007 ha provocado una caída en el crecimiento económico y en algunos casos como Italia, Grecia y Finlandia la economía ha caído. En el caso de Francia, un gasto del 57% del PBI no ha logrado que la economía crezca. En cambio, la China con un gasto del 19% del PBI sigue creciendo un 6,5%.

La última información respecto al gasto público nacional en el primer trimestre del año muestra que, incluidos los intereses de la deuda, este alcanzó a $914.308 millones, excluidas la contribuciones figurativas. El gasto nacional superó en un 38,54% el correspondiente a igual período del 2018. Al respecto insisto en que lo que importa no es el déficit sino el gasto tal como lo reconoció también Milton Friedman, pues es el costo que paga la sociedad. El déficit en el período alcanzó a $114.129 millones, que equivale a un 0,6% del PBI. O sea que aparentemente en este ámbito no se ha logrado cumplir la propuesta del FMI de tener un equilibrio fiscal en el 2019.

Otro tema incluido en el acuerdo se refiere a la política monetaria y la inflación. Al respecto aparentemente se insite en mantener una política monetaria restrictiva conforme a la cual el aumento de la oferta monetaria debe ser un 0% mensual, con una meta en la Base Monetaria. Desde mi punto de vista, esa política monetaria retrictiva parte del supuesto de que la reducción de la inflación es condición sine qua non del crecimiento económico. No voy a discutir que la inflación puede tener efecto negativos, pero como antes expuse, la estabilidad de precios en la Unión Europea no determina el crecimiento económico.

Sobre esta cuestión me voy a permitir citar a George Gilder en su Wealth and Poverty, donde escribió: “Mas tarde o más temprano los liberales americanos y los laboristas británicos van a descubrir que las retricciones monetarias son una forma maravillosa de destruir al sector privado dejando al sector público intacto y ofreciedo pretextos para nacionalizar la industria. Dado que el gobierno se ha convertdido en un factor de producción, la única forma de reducir su impacto en los precios es reduciendo su tamaño o incrementando su productividad”.

Otro aspecto que debemos tener en cuenta es que la inflación es menos negativa que cuando la tasa de interés supera la rentabilidad del capital. Este hecho parece igualmente ignorado en el acuedro con el FMI. En el mismo, el Fondo requiere que no se se permita que las tasas de interés de corto plazo se ubiquen por debajo del 60%. Aún con una inflación del 48% la tasa de interés en términos reales alcanza al 8,1%. Me atrevo a considerar que esa tasa de interés supera la tasa de retorno del capital en Argentina, no solo por la tendencia recesiva que se vive sino por la tasa del impuesto a la renta a la que me he referido. Ese hecho lo muestra que en el año pasado se duplicó la cantidad de créditos bancarios impagos.

En el año la base monetaria aumentó un 36% en tanto que la inflación alcanzó al 48%. Debemos recordar que en la década del setenta Walker aumentó la tasa de interés en EE.UU. y ello provocó una crisis. Las tasas de interés en diciembre del 2018 fluctuaron entre 70% (adelantos en cuenta corriente) y 63% (préstamos personales). El FMI y el gobierno pretenden que la tasa de inflación en el año se limite a un 30,5%. No obstante, no creo que se logre ese nivel de inflación, pero incluso si así fuera las tasas de interés a las que me he referido en términos reales flutuarían entre el 24,90% y el 30,26%. La inflación en los primeros tres meses del año alcanzó a 11,81% que anualizado alcanza al 56,34%.

Pasando entonces al tipo de cambio, el acuerdo previó un tipo de cambio flotante y sin intervención. Ese acuerdo no es lo que estamos viendo en la politica oficial al respecto. Evidentemente la política oficial al respecto se basa en que la devaluación es determinante de la inflación, cuando en la realidad es la inversa. Por tanto, el gobierno persiste en participar en el mercado de cambios y según una información al respecto se ha comprometido en vender $50 millones por día.

Otro error que considero fundamental en la política del gobierno es considerar que la devaluación que tuvo lugar en el 2018 constituye una crisis cuando en la realidad ha sido una solución a un problema vigente que era la revaluación del peso. De acuerdo a mis estimaciones, en diciembre del 2017 el tipo de cambio subido a $19,00 por dólar el peso estaba sobrevaluado en un 28,41%. En diciembre del 2018 ya el peso estaba devaluado respecto al dólar tan solo en un 4,7% y en la actualidad la devaluación alcanzaría a un 7,97%

Como ya hemos visto en otras oportunidades el déficit comercial en el 2017 alcanzó a US$ 8.400millones, y en el 2018 se redujo a US$ 3.820 millones. Es evidente que esa tendencia fue el producto en gran medida de la devaluacion del peso. En el primer trimestre del año las exportaciones se redujeron mínimamente respecto a igual período del año pasado, pero las importaciones cayeron US$ 4.711millones, por tanto se produjo un superávit de US$ 2.016millones. Esta recuperación sin lugar a dudas ha sido el resultado de la devaluación que el gobierno insiste en considerar una crisis.

Si la inflación en el año alcanza el nivel proyectado en el acuerdo de 30,5% y el gobierno logra mantener el tipo de cmbio en el actual nivel de $43,50 por dollar, el peso al final del año volvería a estar revaluado en un 6,44%. Ni que decir si la inflación alcanza los niveles registrados en el primer trimestre del año.

He expuesto lo que considero que es la problemática vigente en la economía argentina, pero también es propio reconocer algunos factores favorables en la misma tales como Vaca Muerta, lo que le permitirá a la Argentina volver a exportar petróleo. También es un hecho evidente la recuperación inusitada de la producción agraria. Y por último pero no menos importante, la recuperación de la visión argentina en el mundo que ha logrado Macri y que a mi juicio permitiría también recuperar la inversión extranjera. No hay dudas de que el acuerdo con el FMI es un factor positivo así como la relación con Trump y mal que le pese la relación con la inversión china. Seamos optimistas, no obstante los problemas.